Ella me enseñó a amar la geografía,
una noche sin luna se señaló el ombligo con el índice,
esta es Islandia me dijo,
a veces es de hielo
pero si lames con tu lengua
justo alrededor del islote
no estará tan sola y habrá un incendio
en cada uno de sus habitantes.
Y yo alquilé un precipicio,
allí en su Islandia,
aprendí su idioma
y en las noches sin luz
me hacía pirómano de su piel.
Más tarde me enseñó que Italia
calzaba un treinta y ocho,
que a veces bajo las sábanas
parecía que nevaba
y mi boca fetiche y viciosa
saboreó una ciudad por cada dedo
y un dedo por cada ciudad.
Me mostró Fracia en su garganta
y Grecia en su culo,
en sus muslos los paises bajos,
el caribe entre sus bragas,
el Himalaya en sus pechos,
navegué por el mediterráneo
después de poseer volcanes
y arder en la lava caliente
que escapaba de sus poros.
Hasta que se marchó colocando en mi curriculum
un sobresaliente en geografía
y descubrí en su ausencia
la antártida en el alma.
Ahora solo necesito
que alguna otra con estudios
me enseñe anatomía.
No entiendo cómo no existen comentarios para estos versos.
ResponderEliminarPrefiero ni saber cómo has aprendido a jugar tan bien con tantos lugares y el cuerpo de mujer.
Quiero ser tu atlas.
...magnífica forma de recorrer los mil y un puntos cardinales, cuanto mas recónditos y más sensibles ellos, más sublime tu descripción... felicitaciones
ResponderEliminarMe encanta
ResponderEliminar"Me mostró Francia en su garganta" Uno de tus mejores sin ninguna duda
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