lunes, 3 de septiembre de 2012

No es un poema triste, soy yo.

Otro verano que corre
a esconderse bajo las hojas de los árboles,
al menos a él, lo espera el otoño.
a mí sólo una cama vacía.


Era una mujer extraña,
tenia setenta y cinco peluches y no era feliz.


"El amor no cabe en un abrazo,
el amor no es algo que se pueda llenar,
si le falta la mitad que te llevaste"


El amor es la suma de dos unos
que te da de resultado el infinito.

Un elefante rosa,
rescatado de una tombola ilegal,
nos miraba desde la alfombra,
mientras nos sudábamos los gemidos,
mientras nos matábamos las palabras
y se nos follaban las sonrisas.


Más tarde nos dejamos sin remedio,
y a él, al elefante,
se le cayeron los ojos de no vernos.


Ponían en el cine nuestra película,
aquella que vimos tantas veces
que luego en lugar de la ropa
teníamos que desnudarnos las palomitas.
Fue una tarde sin tarde y sin ti
en una butaca tan abandonada de tu perfume
que me di irremediablemente cuenta

que aquellas escenas no tenían nada de mágicas,
ni su banda sonora se bailaba con la lengua.
Lo realmente bueno de aquella película eras tú
sentada al borde de mi piel con un beso
capaz de eclipsarme la pantalla.


Luego las canciones hablando de ti,
los teléfonos sin cobertura,
la orilla echándote de menos,
los camareros echándome de bares,
luego otro luego sin ti,
y otro más,
hasta que el luego se hizo siempre.
Y mi vida polvo.


Los veranos corren,
como si los persiguiera un perro con rabia,
tienen prisa y mala memoria.
Los veranos son como viejos amigos
que se cambian de acera para evitar
que les cuentes tus tristezas después del hola.


Una cama vacía eso soy,
abrazándome a mí mismo
al fin y al cabo,
estos brazos una vez
también rodearon tu cintura.


Y yo ya lo sabes
que ni siquiera tengo un elefante rosa.

martes, 5 de junio de 2012

Que prefiero quererte a quererme sin ti





Prefiero cien mil veces que me insultes,
a tener que traducir otro silencio
de esos que se acaban como siempre,
con el aire insuficiente de un suspiro.

Prefiero que me odies al extremo
a que olvides sin esfuerzo mi existencia,
que me lleves de tu mano hacia la muerte
a vivir sin que ello a ti te importe.

Y quiero que me busques en el café de tus mañanas,
que me sorprendas desnudo pensándote en el baño,
que te inventes toboganes que nos lleven al sofá,
pasadizos de deseo de tus ojos a los míos.

Y quiero que me rompas y armes a tu antojo,
olvidando el invierno a los pies de la cama,
que el verano nos coja sudando de risa,
una noche cualquiera de algún mes con tu nombre.

Que prefiero tus tacones tatuándome el pecho,
con palabras que se dicen para asustar a una madre,
cicatrices que hablen del amor y sus penas
a esta piel de suburbios que mendiga caricias.

Que prefiero tu nombre decorando buzones
y tus manos miopes llenando despensas
y tus ojos de nadie y tu culo de tantos,
que prefiero tus muslos que cambiarme por otro,
o tus besos sin lengua a mi lengua sin ti.

Que prefiero esperarte aunque ya nunca vuelvas
a esperar mi regreso sin llevarte conmigo.

Y quiero que me enseñes a mentir como lo hacen las damas
o esa sonrisa nueva en tu foto de perfil,
lo que haces con los dedos delante del espejo,
las braguitas que te compras en la tienda de los chinos
los peluches que abandonas por falta de sueño.

Que me muestres las nuevas pecas de este sol caprichoso,
el atajo que lleva del dolor al placer,
o ese rumbo perdido si me falta tu aliento,
el sabor de tu orilla cuando viene una ola.
Que me quieras querer como quieren los novios,
que me quieras odiar como odian los ex.

Que prefiero que existas
a tener que inventarte.

miércoles, 23 de mayo de 2012

A la luz de tus ojos ya no le crece mi sombra

Apareces en forma de mensaje,
recordándome que soplar velas
es un año más sin ti.

Y si es cierto que me siento mas viejo,
es porque me pesa más tu ausencia
que los años.

No se en que lugar habrás colocado las promesas incumplidas,
si aún te duele mi nombre en la boca de cualquiera,
si algún lunes te tiemblan deudas en la boca
que ya nadie podrá saldarlas con un beso.

Ni siquiera sé,
si todavía existes tal y como eras,
o es tan solo mi recuerdo quién te hace.

Por aquí todo sigue como lo dejaste,
la playa en clave de fa,
canciones que no dejan de nombrarte,
versos con dos cubitos de hielo,
nostalgias con tres cucharas de azúcar,
cigarros que se consumen por falta de aire.

Caricias sin brújula mendigando piel en los portales,
besos de farola fundida abandonados a su mala suerte,
la de no hallarnos en el momento justo,
a la hora apropiada,
haciendo algo indecente con las nubes del otoño.

Aunque yo si he cambiado claro.
Ya el silencio no me parece un guepardo,
ni tu boca una trinchera,
no bebo para olvidarte
sino para celebrar que ya te olvido.
Y no busco en las ojos de cualquiera,
la autoestima que los tuyos se llevaron.

Ni siquiera esta soledad me huele ya a fracaso,
ni eres la actriz principal de mis sueños mas dulces,
no he vuelto a hacer malabares con tus apellidos y los míos
imaginado que una rubita con tus ojos y mis manos
hacía crecer nuestro árbol genealógico.

Pero a pesar de todo imagino que ya sabes,
que tampoco ha sido este,
un cumpleaños feliz.

miércoles, 2 de mayo de 2012

Y así hasta el infinito más o menos

Dos besos después besarse,
ya no es suficiente.

Mis manos son redobles de tambor,
antes de la caricia imperfecta.

No sé si la amaba antes de que existiera,
o mi existencia ha comenzado de verdad,
ahora que la amo.

"Aunque seas real,
eres la mujer mas bonita
que me he imaginado nunca"

No sonríe, llueve luces,
es un campo minado de estrellas.

A veces temo enamorarme de mi voz
cuando repito su nombre.
Y me da miedo que después de ella
ya no sepa que hacer con el silencio

- No habrá después de mí yo soy un siempre. Eso dice.

Y abre suavemente las piernas
como quién tiene las llaves
de la puerta de un bar.

Es curioso que para conocer la sed verdadera
haya que ponerse de rodillas.

Sus dedos inventan melodías en mi cabello
y gime en verso sobre mi asfixia momentánea.

Más profundo que el amor,
mucho más lejos,
del follar vulgar que dicen los que follan,
cien esquinas más allá de los placeres,
en la calle del deseo, por el atajo,
que lleva exactamente al paraíso.
Allí estamos, justo allí cuando su cuerpo,
es mi cuerpo hasta el punto de ignorar
a que piel pertenecemos cada uno.

Dos besos antes de besarnos,
su boca es lo único importante.

Giramos sobre la alfombra,
me roba sin permiso su sabor de mi lengua,
somos orillas que lamemos las olas
de una playa que se inventa entre las piernas
entre orgasmo y orgasmo.

Es como un día señalado en rojo en el calendario,
un sábado cualquiera que no termina nunca.
Una orgía de dos cuerpos que se cruzan,
diagonales que se aman de su vientre a mis costillas,
verticales imposibles de su espalda hasta mi hambre,
una linea indivisible de sus pies a mi camino.

Es todo lo que soy
y solo con ella,
ser yo me parece imprescindible.

Dos besos más y me harán falta,
dos besos más para calmarme.

Y así hasta el infinito más o menos.

jueves, 12 de abril de 2012

Montparnasse

Estará despertando ahora.
Tras las persianas, un sol impaciente
hará equilibrios por las cornisas.

Seguramente llevará puesto el pijama
al que le arranqué un botón aquella noche
en la que el amor perdía por dos orgasmos a cero.

Es probable también que su teta derecha
haya escapado sutilmente de la suavidad de la seda
y su pezón, en una diagonal perfecta,
esté mirándose con morbo en el espejo del baño.
Despertarán los muebles de la cocina
al olor de su primer café.
Braguitas minúsculas e inquietas
rezarán su oportunidad en los cajones
y la cama aún deshecha
respirará hacia dentro el olor de su cabello.

Estará descalza sobre la alfombra,
bella y despeinada,
con sus ojos haciendo juego con el color de las paredes,
lanzando bostezos a las lámparas,
que bailan levemente sobre su garganta profunda.

Habrá perdido el autobús y el ticket del metro.
Harán colas interminables los vecinos
por los quince segundos de morbo en ascensor.
Murmurarán las aceras de su barrio
que cada día está más guapa y más puta.

Llegará tarde al trabajo,
con su vestido de flores
y unos tacones que engañan
exageradamente sobre su altura.
Se la follarán con los ojos los casados,
con curiosidad la amarán los jovencitos
se rozarán con su piel los más maduros,
silbarán sucias melodías los ancianos del parque.
Habrá huelga de prostitutas en las esquinas,
maniquies en los contenedores de basura.
Se inundaran los quirófanos de mujeres
para operarse los gluteos,
colas de humedades en los aseos masculinos.
Será París tan feliz como yo era
cuando bailabas tú por mí
los "para siempre".

Aquí sin embargo, seguirá la vida pasando lenta
como un reloj de arena
con lluvia en el interior.
El buzón echando de menos tu caligrafía
mientras Andrés Suárez se rompe la voz en mi oído
por una mujer que también como tú,
cambió su corazón por un paisaje.

Aquí los vecinos huyen de mi saludo,
los semáforos ridiculizan mi daltonismo,
me arrodillo ante la primera mujer que sepa doler
como duelen los inviernos sin las novias del verano.

La realidad es que no tengo amor propio.
Ya no sé amar nada
que no tenga algo que ver contigo.

Y no, seguramente,
ya jamás volverá a ser lunes por aquí,
aunque esta cara que me dejaste de domingo eterno
esté siempre diciendo lo contrario.

miércoles, 4 de enero de 2012

Yo a Nueva Zelanda y tú a la mierda




Aparqué los besos en doble fila,


tenía prisa.



¿Alguna vez te he hablado de Nueva Zelanda?

Está tan lejos que ni tu recuerdo

puede alcanzarme.



Decía Tim Robbins en Cadena Perpetua

que el Pacifico no tiene memoria.

Es jodido que tu alma gemela

sea un océano.



Adentrarse en sus aguas debe ser

como follar con tu hermana.



En doble fila,

tenía prisa por llegar

a ningún sitio.



La chica rubia se llama Mery Sue

y no ha dicho te quiero ni una sola vez en su vida.

Tiene los ojos tan profundos que si los miras directamente

ves la fecha de tu muerte escrita en árabe.



Bebe sola,

duerme sola

y a veces folla conmigo.



Pero del amor ni rastro.



Llegaba tarde,

tenia cita con nadie,

por eso aparqué de este modo.



Nadie vino, claro,

como siempre.



No hay un solo punto de Nueva Zelanda

que esté a más de ciento veinte kilómetros de la costa.

Y cuando la tierra se agita,

parece que el mundo baila

una canción de deep purple.



Decía Mery Sue:

Como digas un puto diminutivo en esta casa,

te arranco los huevos con las manos.



Tiene pinta de niña buena,

de esas que se acuestan a las once

y no se olvidan nunca, nunca, nunca,

de rezar un Padre Nuestro.



Pero luego te follaba con tanto ímpetu

que dudabas si lo que habías hecho hasta entonces

tenía algo que ver con el sexo.



De esos que tienen las orejas enormes

y mueven la cola a todo el mundo,

de esos sin raza ni nombre,

un perro de mendigo, a eso me refiero,

pensó que mis besos eran basura

y se los comió.



Y yo, sin besos,

no sé qué otra cosa podría darte.



Aunque lo mismo ya no vienes,

son las once y quedamos a las nueve

de un enero como este...

del año pasado.



En Auckland las mujeres mienten en ingles,

prometen con los ojos

y aman para siempre porque siempre

solo dura trece minutos.



Desde el monte Cook puedo ver

mi vida sin ti.

Y no es tan horrible.



También puedo ver mi vida sin mí

con un sólo paso hacía al vacío.

Pero eso no es nada emocionante.



Ahora mientras "Hijo de puta",

que así se llama el chucho que se comió mis besos,

mueve la cola en el salón,

yo pienso en Mery Sue,

en mirarla tan profundamente a los ojos

que al menos conozca mi epitafio.



Y luego si eso,

ya veo lo que hago con mi vida.