lunes, 15 de abril de 2024

LA HABANA


 Desconozco si hay alguna sensación mejor a la de sus tacones subiendo la escalera que da a mi casa. Dudo mucho incluso que haya melodía más afinada que esa. Tan llena de presente, como de incertidumbre. Porque aunque el fin suele ser siempre el mismo, el principio varía dependiendo del hambre que tengamos. Porque aunque el precipicio sea el orgasmo, el camino hasta llegar a él está lleno de obstáculos como ese vestido atado al cuello que se pone a veces, donde el nudo te hace perder la paciencia mientras su risa colorea los suspiros que me despierta su nuca. O lleno de atajos como su sombra dibujando en la pared una postura a la que solo le falta un ladrido para llenar toda la casa de palabras esdrújulas. Los peldaños son teclas de piano, luego hace sonar el timbre y acaba la canción con un hola al abrir la puerta. Lo demás, lo que ocurre luego, no es música pero tal vez se podría considerar poesía. Una poesía húmeda como los jardines de Oslo. Ella dice que los poetas somos todos unos mentirosos, que si le voy a escribir algo sea con la lengua en la espalda. Es más real que un tatuaje y duele menos. A veces, cuando ya hemos saltado por los aires y descansamos el sudor tumbados en la cama, mirando al techo, yo me paso por su columna vertebral y le cuento aquello que no sería capaz de hacer frente a un folio. Nunca quiere saber qué significa, dice que el idioma que importa, el de verdad, el que es más sencillo de traducir, está en las cosquillas, no en el verbo. El sexo es sucio, no hay un te quiero en la penetración, no hay gemido que solamente signifique placer, a veces nos duele y a veces el aire se convierte en regalo y el insulto en apodo, y el dolor en maestro. Duele mucho más su ausencia que cien mordiscos. Su adiós que mil azotes. Su olvido que cualquier herida abierta. “La herida es recuerdo, la cicatriz olvido”. Eso dice mientras me graba su nombre en el cielo de la boca. Luego se mete por mi piel y crea un laberinto desde mi cuello a mi alma, desde mi alma a su coño. Y me pierdo claro. Me pierdo tantas veces que dejo de buscarme si no la encuentro, que dejo de encontrarme si no la miro.

Supongo que más pronto que tarde dejará de venir. Le arrancará a mi vida la banda sonora de sus pies golpeando el mármol y en las noches frías que vendrán, tendré que inventarme un eco para seguir el ritmo.

Pero mientras tanto, mientras el futuro no me apuñala por la espalda y toda la incertidumbre le cabe a mi vida en un cajón de la mesita de noche, yo aguardo su llegada, su bendita canción, su preciosa melodía.

Y bailo, bailo mientras tanto.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Parece mentira , pero es magia; luego poesía y al final resulta que es verdad ✨

Gracias por otro lunes.

Un abrazo, Maria ♥️

Anónimo dijo...

Cómo me gustan los lunes! Preciosa melodía al leerlo! Gracias!

Anónimo dijo...

Amo los lunes y simplemente me enamoro en cada verso … me encantas

Charcos dijo...

no sabía la razón de volver y está claro.... leerte (bah quizás exagero pero es que me has re-vuelto)