Hoy te hablaré del ego cariño,
ni de las esquinas dobladas de los folios,
ni del matorral que crece sin permiso
detrás de la casa donde vives.
No te hablaré de Natalia que fumaba
dos paquetes de tabaco al día
porque le faltaban sus besos.
Natalia no murió de cáncer,
falleció de amor
pero explícale tú eso a cualquier médico de cabecera.
Sobre todo te hablaré del ego.
El ego querida, es un espejo mentiroso,
un amigo de verdad,
un exnovio con nostalgia.
Recuerdo cuando miss universo
dijo en una revista
que la belleza estaba en el interior
te juro por mi vida, que pensaba
que se iba a desnudar en la siguiente página
pero no, la hija de puta lo decía en serio.
Del silencio solo puedo declarar
que solamente ha conseguido inquietarme
cuando eras tú la que no hablabas.
Pero hoy únicamente te hablaré del ego,
ni de los bordillos donde tropiezan mis sueños,
ni del verbo capaz de detener tu reloj de pulsera.
El ego no es sinónimo de maniquí,
tampoco sale en los anuncios de perfume,
no habita en las canciones de moda,
ni siquiera se compra en una clínica
donde te moldean al gusto
del consumo más básico.
El ego querida, es un poema donde cabe tu nombre,
una báscula que no entiende de números,
una sombra que te lame la piel.
El ego preciosa, es ese amor propio,
que se convierte en mutuo,
no porque te falte para quererte
sino porque te sobra para ofrecerlo.
Mamá decía que la felicidad era un lugar,
ni un instante,
ni una risa,
ni besos,
ni dinero,
ni siquiera paz.
Un lugar repetía
yo no lo entendí hasta que te tuve cerca
y supe que ese lugar era contigo.
Del ego, ni de esta persecución
absurda de lunares,
ni que lo mejor del café del bar de enfrente
es la figura desconcertante de la camarera.
De la esperanza solo puedo declarar
que es una mujer sin bragas a la que el viento
jamás tiene fuerza para levantarle el vestido.
El ego ¿Te acuerdas?
Tú de rodillas y yo gimiendo,
o tu sentada en el barranco de mi barbilla
manejando las olas,
como si además de mujer
también fueras una isla.
Como si además de naufragio,
también fueras el rescate.
¿Te acuerdas?
Tú eligiendo el color de mis camisas
para que jugara con el de tus zapatos,
tú pidiendo otra copa
y yo esperando besarte
para que el vodka
nos supiera más dulce.
No mencionaré nada sobre lo sencillo
que es pedir perdón para los hijos de puta,
tampoco sobre lo inútil de la venganza
si no hay una risa de por medio,
ni siquiera de aquel ramo de flores
que nunca te regalé
por si la primavera
me odiaba por dejarla marchitar
en un jarrón con agua de grifo.
¿Te acuerdas? Tú observando la capilla sixtina
y yo tu culo.
Tu perdida en las calles de Oslo
y yo en tu vientre.
Tú pidiendo un taxi
y yo disculpas.
Sobre la guerra solo puedo declarar,
que un portazo es un tiro,
un insulto una bomba,
un bostezo la muerte.
Solo del ego.
Y si algún día me lo devuelves
también hablaré de ti.
Y de nosotros.
3 comentarios:
En todas las guerras se pierde algo.
Te amo.
Eres lo peor que me pudiste pasar, porque después de leerte, ya no siento nada cuando leo a alguien más...Ahora sólo te puedo leer es a ti...
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