lunes, 3 de marzo de 2025

LA RESACA DEL INCRÉDULO



35


Julia tiene los ojos tan azules

que observarla es lo más cerca

que puedes estar del mar

sin pisar una orilla.


La primera vez que me senté en su barra,

después de pedir la tercera copa,

sin aún conocerme, soltó:


“Mañana, además de su ausencia,

también te dolerá la cabeza”.


Luego se colocó bien las tetas,

como si pudiera llegar a la tregua

a través de su escote.


“Aquí todos vienen a olvidar:

algunos, su trabajo;

otros, el matrimonio;

la mayoría, una ausencia.

De todos ellos, juraría

que eres el único

que merece el recuerdo”.


Aquello lo soltó

como si fuera caricia,

y dolió, sin embargo,

como un duro puñetazo.


Le hablé de mí,

de la diferencia entre estar solo

y estar sin ti.

De lo enorme

que se ha hecho la casa de repente.

De que, ante la ausencia de tus ojos,

lo cruel de los espejos.

De que estoy usando la misma ropa

porque le tengo miedo a los fantasmas

que se cuelgan de las perchas.


Le hablé de que ya no me duele la cabeza,

porque me duele más ella.

Que, si me cruje la espalda,

es más fuerte el silencio.

Que hay cantautores que parece

que también la perdieron.


Le cuento que, a veces,

tengo la sensación

de estar jugando al escondite

y que todos se han olvidado de buscarme.

Que cada vez que alguien dice su nombre,

aunque ni siquiera se refiera a ella,

aparece a mi lado un precipicio.

Le juro que es peor

mantenerse en equilibrio.


Le hablo de mí, solo de mí.

Si le hablara de ti,

tampoco me creería.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Es muy bonito venir aquí y que sea lunes otra vez ❤️ Gracias por compartir(te)
Maria