No sé cuántas estrellas fugaces son necesarias
para cumplir un deseo,
ni cuánto amor es capaz de soportar un gato.
Desconozco a qué velocidad debe viajar el viento
para que tu falda se convierta en bandera de mi vida,
o a qué ritmo crece la hierba del jardín de tu casa.
Sé en cambio que cuando te ríes
daría más de lo que tengo por ser el culpable,
o que el lunar de tu cuello parece una isla
donde náufrago a conciencia.
Sé que hay doscientos cuarenta y siete pasos
desde mi hogar a tu timbre,
y que a tu perro todavía no le gusta mi aspecto.
Ignoro cuántas lágrimas son necesarias
para llenar un vaso de agua,
con cuántos besos sinceros
se contenta una madre,
desconozco a qué hora un poema
puede recitarse en voz alta,
o qué mentira usar si tu nombre
se me escapa mientras duermo.
Sin embargo sé que tu vientre
se parece al paraíso,
que no pospones la alarma,
que nunca sueñas con hombres,
que tienes cuando caminas
el ritmo tan aprendido
que he inventado canciones
desde tus pies a tu nuca.
Y a veces las tarareo hasta que puedo olvidarte.
No tengo ni idea de cuántas mentiras
puede aguantar un matrimonio,
ni en qué garabato un mal padre
confiesa que su hijo es artista,
no puedo intuir cuánta tristeza se necesita
para ir al psicólogo,
ni si ellos al estar triste
les puede bastar un espejo.
Sé no obstante que tú treinta y siete
decoraría el alma de cualquier orilla
que has dejado a medias la última serie,
que coleccionas orgasmos,
que cuando miras al horizonte
me gustaría ser yo quién vuelve.
Yo, que nunca me he ido.
Se que te pareces demasiado
a la actriz que aparece a menudo en mis sueños,
o que te sabes el nombre de todos tus hijos
sin haber sido madre todavía.
Te juro que ni sé ni me importa
si el destino es esto que sucede,
si eres un tren que perdí,
si llegar tarde es peor que no llegar nunca,
si la suerte hay que buscarla,
o ya la he encontrado en tus ojos.
Desconocer sin ruborizarme
si la noche empieza cuando aparece la luna,
o basta con la oscuridad de tu ausencia,
no intuir si mi nombre en tu boca,
temblaría después en mis labios,
si en el descuido de tu escote
perdería las llaves de casa,
si tendría casa después de un beso.
Si no sería el beso mi casa,
si no sería tu escote las llaves,
si no sería mi jaula tu nombre,
si no sabría temblar de otro modo,
que de este miedo atroz a perderte,
que de este odio fatal a encontrarme.
Así que no, no sé un montón de cosas importantes,
ni cómo se llaman las nuevas galaxias descubiertas,
ni cuántos cobran por risa
las putas de polígono,
ni cuántas llamadas perdidas son necesarias
para captar la indirecta,
ni qué emoticono usan los enamorados.
No sé a qué altura están las nubes,
ni la estelas de los aviones,
ni por qué tocan el arpa los ángeles
y no el piano.
Desconozco incluso si el silencio
es eso que ocurre cuando tú no hablas,
si la soledad tiene que ver con el olvido,
si la esperanza es un lugar,
si el deseo un paisaje,
si dios eres tú descruzando las piernas
y al infierno se puede ir suspirando
desde tu piel a tu alma.
Pero sé créeme y de esto estoy seguro,
de que eres sin dudarlo la mujer de mi vida
aunque tu sin embargo ni lo sepas todavía.
6 comentarios:
Me encanta. Gracias
Wow, sabes que no puedo decir otra cosa más que un wow
Te amooo
Único y hermoso, como todo lo que haces, escribes, compartes, sientes... <3
Que suerte tiene quién fuera ella.
Precioso.
Puta ...
Publicar un comentario