jueves, 8 de diciembre de 2022

PERDÓN POR LA MÚSICA

 "El día que las canciones no hablen de mí lo habrás conseguido"


Así era ella. Hablaba del olvido como si fuera parte de una melodía. Es posible que realmente no tuviera constancia de su poder, que el espejo le mintiera vilmente y que pudiera considerar, aunque fuera remotamente, que el olvido en algún momento pudiera acompañar a su nombre en una misma frase. 


Obviamente no tuvo éxito. Es posible, incluso más que posible y pueda corroborar que en alguna canción ella no haya sido protagonista. Y por ejemplo Sabina me trajera muy de vez en cuando a Elsa a la boca. Que el Robe, cuando no se creía dios y a su vez besaba en la boca al diablo, pusiera en sus letras los muslos cálidos de Irene. Que la tristeza infinita de Ismael Serrano, le arrancara las alas a todas las mariposas que cierta chica pelirroja hizo volar en mi pecho, aquel año bisiesto que aún tengo tatuado en las muñecas. Ferreiro le pintó de violeta a Laura los vellos del pubis. Chaouen le quitó los tacones a aquellas diosas nocturnas para que el amor no tuviera coartadas. Cómo ignorar a Pons y los pechos inocentes de Beatriz, bailando al ritmo de mis pestañas.  


La música querida, podría decirte ahora, no era más que polvo sobre tu recuerdo. No era necesario que fueras la actriz, para ser la dueña de los acordes. Si algo me marcó, si a algo conseguí acostumbrarme fue al adiós. Una vez que lo pronunciaron tus labios, eran posibles en cualquiera. Tengo la certeza de que al saborear la derrota tan pronto, el resto de pérdidas, ni siquiera fueron consideradas fracasos. Se cerraba una puerta y se abría otra. Se apagaba una luz y comenzaba el brillo en otros ojos. Es complicado dentro de una oscuridad saber cuándo ha llegado la noche. Alguna vez al recordar tu frase, al comprobar que dejabas de venir con el ritmo o la letra, me invadía una extraña nostalgia. Supongo que nunca estuve preparado para el olvido si se trataba de ti. Y aunque realmente ello no sucedía del todo, si sentía la culpa absurda de haberlo conseguido. Incluso durante unos años, dejé de planear lo que pudimos haber sido para ser otro con cualquiera. Y hasta es cierto que fui feliz. Que en cierto modo conseguí el bendito eclipse de luna. Pero ambos sabemos que por muy grande que sea el eclipse, la luna sigue ahí, debajo, detrás, esperando. Y así fue, así ha sido siempre. Has vuelto tantas veces que es increíble que solamente te fueras una. 


No me culpo por la osadía ingrata de mi indiferencia. Por los sueños ajenos a aquella casa con vistas al mar que nunca tuvimos. Sabes, cuándo hablabas de ello, de esas vistas, yo imaginaba el mar en tu boca y jamás en el horizonte. No puedo reprocharme haber seguido sin ti, sin la pequeña Ariadna jugando en un columpio en el jardín, de todos modos tampoco tuvimos ni Ariadna ni jardín. Solo teníamos futuro. Y ahí si puedo maldecirme. A mí y a él. Pero ya es tarde querida. Y aunque puede que te olvidara en algunas canciones, te aseguro, te prometo, que después de ti la vida, nunca más me ha parecido un baile.

2 comentarios:

Dakota dijo...

Hay personas que siempre tendrán un lugar dentro de nosotros.

Feliz jueves.

Anónimo dijo...

Aquí no se pueden decir palabrotas, ¿no? Las omitiré, pero te las mereces todas. El escritor y el hombre.

Pensé que te habías muerto y resulta que la muerta era yo.

Estoy viendo molinos. Ya arreglaremos cuentas. Gigante descomunal. Que seguro que me siento mejor después de haber vencido. Siempre soy yo mi guerra.

UNA FLOR QUE NO ENTENDÍA A LOS HOMBRES

Cómo me gustaría contarte algo que tú no sepas. Ya te advierto que no me creas mucho aunque no te mienta. Merezco estar leyendo que me dejas. Yo me lo busqué. Tú diciendo que no vuelva a llamar si no es para decirte que todo está al revés y yo cantando mis soledades porque me sobran.

Hay veces, no muchas ni tampoco pocas, que pienso en ti. Y es que todos los caminos llevan a Roma pero pasan por tu casa.

Allí iba yo, a romper telarañas de tu corazón. En silencio te hice mil proposiciones, todas indecentes, la verdad. Nos lamíamos el morbo en diferido. Me jugué el tipo cada vez que te miré a los ojos. Vomité mi alma en cada poema tuyo que leí. Mis orgasmos, tus versos, el primer sofá que compramos sin tener claro cómo pagar, pero que soportaba aterrizajes de emergencia. Yo tiraba los dados, tú burlabas la suerte; tú la última palabra, yo un “pero” que añadir. Para siempre es mucho tiempo; una noche es poco rato. Lo que pudo haber sido; lo que nunca será.

Me jugaría la boca por morder tus labios. La vida es menos puta si estás a mi lado. Y mientras a contrarreloj se desangra el mundo, tú y yo levantamos muros. El tiempo pasa a nuestro lado y no se queda. Se convierte en pasado, no nos espera. Al alba me he encontrado al infinito. Tu ausencia publicada. Me despierto sintiendo que tú sí eras para tanto. Pero no estás. No estuviste. Y no estarás.

¿Y dónde quedan los besos que te debo? En una cajita. Que nunca llevo el corazón encima por si me lo quitan. Chico listo el Robe. Como él, tiré toda mi vida a la basura y ni las ratas se la comieron. El duende se le escapó. Se fue de viaje. Le dejó una canción, pero le faltaba una frase. Lo mismo me pasa a mí, que no encuentro frases que cuenten la verdad que me falta y las cien excusas que me sobran.

Mi sombra está cansada de ser yo. Pidió su independencia y se la di. A veces es delicioso no encontrarse. Y es que tengo la cabeza con tantos grillos que cuando quiera puedo echar a volar. Si miro a gritos, oigo a multitud de nadies. Así que de vez en cuando me subo a las estrellas y me tiro de cabeza. Y al final, ¿quién soy yo? A ver si me lo aprendo y me sale. Me gustaría ser alma de montaña rusa, la batalla por excusa, un encanto de desastre natural.

No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás existió. Las mejores promesas son esas que no hay que cumplir. Y si yo paso de mí, tú olvídate de ti. Ayer no me querías, hoy no te quiero, mañana no tendremos a quien querer. Y Sabina dice que hay que ser feliz aunque sea por joder.

Y la vida siguió como siguen las cosas que no tienen mucho sentido. Y yo te seguiré esperando aunque sea a las puertas de donde habita tu olvido.

PD.: Las letras son suyas, el sacrilegio uniéndolas es sólo mío. Pero no voy a pedir perdón por ello. La vida es una fiesta a la que nadie se ha molestado en invitarme e Ismael no está porque bosteza en cuanto se escucha cantar.