lunes, 8 de enero de 2024

OJALÁ TÚ TAMBIÉN (2)

Capítulo 2


1988



"Daniela tiene los ojos del color de la orilla. A un metro de ella, es complicado salir del verano; parece como si se eternizara. Óscar ha dicho que ya no soy su mejor amigo, porque prefiero pasar la tarde con ella. Pero supongo que a cierta edad, es lícito perder un amigo por un beso. Siempre quedamos detrás de su casa; hay un jardín enorme que no tiene un dueño que sepamos, y nos sentamos allí. Hablamos poco, muy poco. A veces ella suelta alguna cosa sobre su familia, que suena a estar descolocada o perdida, como si el cariño fuera uno de esos aviones que en ocasiones sobrevuelan nuestras cabezas, siempre lejos de su alcance. Cuando se pone triste, que es bastante a menudo, yo la beso. Incluso alguna vez la beso sin que esté triste del todo. La realidad es que hay más besos que palabras. El beso es un idioma extraño. Supongo que depende de cada persona y una vez que entiendes lo que hay detrás de ellos, también sobran las palabras. En nuestro caso, las frases que faltan no tienen nada que ver con nuestros labios. Simplemente, como no sabemos qué decir, nos besamos. Pero al menos en lo que a mí se refiere, nunca tengo la sensación de haberme expresado tras ellos. Lo que sí hacemos, cuando no estamos juntos, es pintar corazones y encerrar en ellos nuestras letras. Ella suele encontrar los míos, bastante deformes por cierto, y yo encuentro los suyos, odiosamente perfectos. Sinceramente, casi siempre, esa mancha de tiza en el suelo o de carbón en las paredes, sabe mejor que sus labios. Es complicado de explicar, pero es como si la sensación de estar sin ella fuera mejor que estar con ella, porque me piensa. Como si el pensamiento fuera mejor que el acto. Como si el echar de menos tuviera más importancia que estar juntos, porque al estarlo, ya no hay nostalgia de por medio. Alguna vez le he propuesto besos de películas, de esas películas en las que papá se pone nervioso al cambiar de canal, para que no vea hacia dónde puede llevar el amor. No me hace especial ilusión que se rocen nuestras lenguas, pero tengo curiosidad por saber qué pasa cuando sucede. Supongo que si lo hacen los mayores, es por algo que aún no entendemos. Pero ella sella sus labios y se queda ahí muy quieta. Yo siento como cuando me equivoco de llave al abrir una puerta y simplemente la imito. Y así pasamos la tarde, esperando que uno de los dos se retire, como si el primero que lo hiciera perdiera. Durante mucho tiempo no sabía el qué. Pero un día sí. Un día lo supe. Creo que fue la única vez de todas en la que me retiré primero. Y fue para siempre."

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Los Reyes veo que se han portado bien contigo y te han traido inspiración 100x100. Fantástico Ernesto y me alegra que el escribir aún te haga feliz como a mi el leerte.
Un saludito

Susi

Anónimo dijo...

El día que menos te lo esperes, aunque sé que no lo esperas nunca, una voz al otro lado te dirá: estoy aquí. Justo donde nos vimos la última vez, la única vez, la primera. Y habrá papelillos por el suelo que simularán confeti, pero serán los lunares que se le cayeron a mi vestido. Te lo juro.

Anónimo dijo...

10 años leyendo a Ernesto, me ha durado más la lectura que el amor de mi vida, desde entonces han sido 4 amores que juré para siempre, espero con ansias la 5, digo, para seguir leyéndote. (SL.)

Isangel dijo...

Pero que tierno y bonito lo transmites...