martes, 27 de diciembre de 2011
Feliz navidad (aunque feliz, lo que se dice feliz, tampoco es que sea)
Debes tener las bragas rosas con lacito
y el pubis suave como la nata que decora
algunos yogures de chocolate.
Debe saber a platónico, a imposible, lamerte los tobillos,
a dormir hasta las tantas, la curva de tu espalda.
Debe ser perverso colgarse de tu cabello,
como una película de Belladonna sin Belladonna,
debe olerte el cuello como huelen las sábanas de las putas
dos minutos antes del pacto de la carne.
Me bebí la penúltima en un bar de esos
donde las mujeres se cambian el nombre
como los niños los cromos en los patios del colegio.
Luego anduve calle arriba por avenidas
iluminadas, hasta el insomnio,
al fondo se oían cohetes,
era navidad y sonreír,
un truco de magia.
Sí hay regalos para los niños malos,
lo que no hay son regalos para los niños pobres.
En los contenedores de basura hay comida para media África,
dos perros urgan en la intimidad de la familia Martínez,
son bolsas azules de esas perfumadas,
Toby, así deduzco que se llama el de la mancha negra en el lomo,
nunca había cenado pavo hasta entonces.
Mañana va a amanecer igual para todos,
las hijas tendrán resaca,
las madres, miedo,
un gordo ficticio con barba ficticia
colgará en la percha su disfraz de pedófilo,
Toby moverá la cola con más energía que nunca
y el niño que fui mirará por la ventana,
por si acaso el mundo se ha parado de repente.
Como en un beso.
Seguramente en París se duplique la venta de postales
y abrazarse sea cotidiano y falso
como una película de Almodóvar,
y giren las nóminas y el cartón del paro
en torno a un árbol comprado en un chino.
Y tú dormirás en una canción de un cantautor borracho,
rodeada de peluches que miran a los ojos
mientras tus zapatos, a los pies de la cama,
recuentan la distancia entre nosotros.
Respirarás ajena a este universo
que he creado para tenerte cerca,
con tu pijama amplio de evas y manzanas
y unas bragas rosas con lacito,
para atarme bien los sueños a tus manos.
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