lunes, 31 de agosto de 2009

Yo no soy, ella me hace

He vuelto a mezclar el alcohol con pastillas,
las caricias con los besos,
sus manos con las mías.

Ella a vuelto a ser dios
y yo el más creyente de los ateos
durante media hora de rodillas.

He vuelto a tropezar con su boca
de helado de vainilla a las cinco y media
de una tarde de agosto
sin más nubes que el blanco de sus ojos.

He vuelto a amar, a amarla.
A amarme.

Hacía tanto tiempo que no me miraba por dentro,
prácticamente necesito una escoba,
o el aire de sus pulmones
u otro beso.

Uno de esos que se daban en los recreos de los institutos,
o en la última fila del cine,
en los aeropuertos,
en las estaciones,
uno de esos que nacen en su boca,
que mueren en mis labios,
que me resucitan.

He vuelto a mezclar el amor con el sexo,
su sudor con mi saliva,
la nicotina y su piel.

He vuelto a hallarme con su ombligo,
a escuchar el mar en su pecho,
a hacer matemáticas con sus lunares,
a escribirle dos versos en la espalda
con el dedo manchado de deseo.

He vuelto a enamorarme, a enamorarla
y confieso
que nunca me había sentido tan yo.

viernes, 28 de agosto de 2009

Ladridos

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No me gustan los perros de la vecina de abajo
pero me encanta lo de abajo de la vecina.
Y lo de arriba.

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Arriba precisamente vive Carmen,
esa si que es una señora,
que da los buenos días en el ascensor
y a veces las buenas noches en la terraza.
Y no miente,
porque cuando ella está en la terraza
las noches son buenas,
sobretodo cuando lleva la bata escotada
de ese color que solo ven los dáltonicos.
Y no tiene perro aunque a menudo
se oye ladrar a su marido.

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Lucía vive en el cuarto B
B de bruja, de borracha, de bastarda.
Pero también de bella y de bonita.
Lucía es lesbiana
y todas las veces que yo he deseado ser una mujer
fueron por su culpa.
Tampoco tiene perro,
tiene dos gatos, ocho pájaros
y cuatro peces
y algo que se parece a una tortuga
aunque ella le llama mamá.

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- Hay que tener alas para vivir en un ático-
Eso me dijo Mónica la primera vez
que me dejó asomarme a su balcón y a su escote.
Por ese orden.

A veces baja hasta mi casa
y se lee algunos de mis poemas en voz alta
luego me besa la frente
y nos bebemos una botella de ron.
Bebemos para olvidar que nos olvidan.
Creo que siempre acabamos follando
pero el alcohol nos sirve como amnesia.
Y como excusa.
A la mañana siguiente incluso antes del desayuno
ella se pone sus alas y alza el vuelo
y yo aúllo como un perro solitario.

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Lo peor es cuando duermo solo
y te busco en el colchón,
que el cartero no se sepa tu nombre en el remite
y llamarte y que no haya respuesta.
Lo horrible es la ausencia de caricias
y de mordiscos,
que nadie se alegre cuando llego a casa,
ni me haga compañía mientras ceno.

Indudablemente he de comprarme un perro.
Le pondré tu nombre.

lunes, 17 de agosto de 2009

Pensamientos que no debería pensar pero los pienso

49

Ahí está probándose el vestido,
se le caen los versos por las costuras,
yo no tengo mérito alguno,
hasta un analfabeto se haría poeta
cuando se ausenta.

En la tele crece la expectación
Ronaldo va lanzar una falta,
desde que Zidane no controla un balón en el centro del campo
que le lanzan desde otra galaxia
no hay poesía en el futbol.

Es tan bonita que a veces temo que estalle en mil pedazos.

Gooooooooooooool

Yo sigo en sus ojos
que se sobresaltan

- ¿ Cúanto vamos cariño? Pregunta

Apago la tele.

- Otra vez amor, pierdo por goleada.




27

Yo creo en Dios,
lo he visto en los lugares mas insospechados,
entre tus piernas por ejemplo
y he de decir a su favor
que le sienta mejor el pelo corto.



7


Cuando ella tiende su ropita al sol
el aire se pervierte,
a veces pienso que es la verdadera culpable
del cambio clímatico.
Al menos del mío.


13

Cuando era pequeño de mayor queria ser bombero o policía,
luego crecí sobretodo en mentalidad
y con once años de mayor solo quería ser futbolista,
en la adolescencia simplemente no quería ser mayor.
Y ahora, que por unas u otras me hice mayor
no sé ni lo que soy.

domingo, 2 de agosto de 2009

Σε αγαπώ

Estar contigo es complicado,
no complicado como saltar una verja,
ni como verle las braguitas
a la dueña del kiosko de los helados,
complicado de veras.

Complicado como traducir las recetas
de mi médica de cabecera,
a veces en esos garabatos sin sentido hay poesía
y quizás dice que me quiere
o que me odia que es todavía más intenso
en algún idioma que desconozco,
en finlandés o en croata o en sueco.

Complicado como hacer ecuaciones de tercer grado
en la orilla de una hermosa playa de Cádiz,
mientras dos alemanas en top less
persiguen una sombrilla voladora.

Complicado y sin embargo te espero
y te busco,
salto la verja que separa tu mundo del mío
con la habilidad de un treintañero con lumbalgia
y te observo con los mismo ojos de entusiasmo
que aquella primera vez que nos besamos
y nos crecieron margaritas en los dedos de los pies.

Pero como no encuentro tu boca
me compro un magnum de chocolate blanco
que es lo más parecido del mundo a tenerte cerca
y Alicia que todavía no es una mujer
y nunca fue una niña
me enseña que el cielo hoy tiene un color rosáceo.

Te echo de menos,
la tristeza siempre empieza por tu nombre,
“Minä rakastan sinua”
“Volim te”
“Jag älskar dig”
el Farmacéutico que nunca leyó a Billy macgregor
se limita a darme un botecito con pastillas verdes,
que no son mágicas como presumen.
La magia sería que tu con aquel sombrero del lejano oeste
dejaras tu sonrisa sobre la arena
y mientras yo recojo los trozos
y los cuelgo al sol de un atardecer
de película romántica
te tires a nadar con esa agilidad del delfín a la deriva.

Pero más allá de la orilla sólo hay agua
y el agua sin ti no es más que un charco
y yo en un charco me hago náufrago
y divido lo que me quieres
entre lo que te quiero
o multiplico los latidos de mi corazón cuando te pienso
o te sumo en cada rostro
para luego restarme en todas tus ausencias.

Ojalá esa sombrilla que sueña con ser parapente
acabe clavándose en mi pecho
y la alemana, la más rubia
que tiene toda la pinta de llamarse Astrid
me lama las heridas con la lengua.