jueves, 8 de septiembre de 2016

Instrucciones para salvar el amor

Acércate lo suficiente para que la necesidad se multiplique
pero no tanto como para empezar a restarle al deseo.
El amor no solo debe de estar en los cuerpos
también en el espacio que los separa.
Que el aire que respiras te sepa ella,
de un modo tan profundo
que tengas la sensación de estar besándola
pero sin el beso.

Lo primero es quitarle la camisa
pero no con la violencia con la que se abre un regalo
suave, como si algo pudiera explotar allí dentro.
Luego le tocaría  al sujetador
y el click debe sonar como un acorde
que el sonido te recuerde al comienzo
de su canción favorita.

Intuyo que debe ser muy difícil
ignorar su espalda desnuda
pero haz un esfuerzo.

Lo siguiente es recogerle el cabello
hasta que su nuca parezca un espejo.
(Si ya lo tiene corto es un paso que te ahorras
y yo lo envidio)
Suspira cerca de su cuello,
esto no hace falta que lo memorices
en estos apartados confío ciegamente en la inercia.
Acto seguido, también por inercia,
visita su oído izquierdo
(el derecho si prefieres que te gobiernen los malos),
Ni se te ocurra soltar allí un diminutivo,
 de hecho lo mejor es que no hables
solo deja que tu aliento golpee sus paredes internas
como si estuvieras amurallando su alma contigo dentro.

Asegúrate (y esto es importante)
que los vellos de sus brazos
sueñen con que vuelve el verano.
Y el verano lo traigas tú
cuando sea necesario.




Túmbala boca abajo en la cama
y aunque esté quieta,
su cuerpo debe parecerte
un tren que se marcha sin ti,
observarla como se observan las estrellas fugaces,
o los helados de coco a través de una cristalera.
Humedece la punta de tu lengua
y déjala resbalar desde el principio del cuello
hasta el final de la columna.
Que le hagas pensar en lo hermosa que puede ser la lluvia
si tú eres el culpable.
Repite el mismo acto hasta que sus piernas
se abran ligeramente dibujando sobre el colchón
un triángulo perfecto,
que parezca que está amaneciendo en el espacio que sobra
entre tu boca  y su coño.

Arráncale las bragas es necesario
que note cuánta hambre te despierta
ahora lo sutil es de cobardes.
Y lame desde el culo hasta sus labios,
con labios imagino que me entiendes
si no es así olvida lo que he escrito.
Y vuelve a empezar desde el principio
desde el cuello hasta la orilla de sus piernas
y si sube la marea grita su nombre,
aún es demasiado pronto para los naufragios.

Lo justo es que sea ella quien se gire
y abra más sus piernas todavía,
lo lógico es que acabes de rodillas
que ella sea la dueña de tu aire
y tú el capitán de sus gemidos.

También puedes jugar con su deseo,
dejar la playa húmeda y vacía,
bajar a los tobillos de repente,
lamerle por detrás de las rodillas,
morder con suavidad en los gemelos,
hacer como que subes pero bajas
girar a la derecha de su pubis
(la izquierda si prefieres que te gobierne la duda)
coger la recta amplia de su ombligo,
subir por la avenida de su vientre,
dejar en sus pezones tu saliva,
buscar en sus axilas un tesoro,
dar vueltas y vueltas
como un turista que se pierde
hasta que sean sus manos las que griten
el verdadero camino.

Es cierto que corres el riesgo de morir por asfixia
pero tampoco se me ocurre ahora mismo
una muerte más dulce.

Si aún respiras, que eso espero,
deja que sea ella la que imponga el idioma,
que su garganta te muestre cuanto amor le cabe dentro,
que sus ojos te cuenten lo que hace con la lengua
y su saliva presuma del sabor de la victoria.

Y nunca jamás digas te quiero
cuando el amor es un acto
no necesita palabras.

Ya carece de importancia la postura,
que si arriba, que si abajo, que si en pompa,
verticales imposibles o acrobacias,
que si en peso o en el suelo como perros.

Lo importante es ser injusto con el mundo,
esa amnesia que sucede con los besos,
que te olvides de la guerra en Palestina,
de las bombas en Irak, de la pobreza,
lo importante es que no exista el telediario,
que su boca te parezca el fin del mundo
y su lengua el comienzo de otra vida.

Lo importante es que no sepas de nostalgia,
ni de listas de la compra o de recibos,
que no haya más vecinos que sus tetas,
que futuro solo sea una promesa
y promesa una mentira innecesaria.

Lo esencial en el amor es que se ría
y si hablo de reír hablo de orgasmo.


Que si ahora más profundo y hasta el fondo,
que si deja de mirar como una puta,
que si cállate cabrón y no te corras,
que si no puedo aguantar si tú me miras,
que si te voy a escribir mi nombre dentro
que no se olviden de mí ni tus ovarios.

El abrazo del final  y los suspiros
el no te salgas de mi cuerpo todavía
la eternidad anclada en otro beso
el no saber si has estado follando
o acabas de volver del paraíso.

Y así toda la vida más o menos.

martes, 6 de septiembre de 2016

Cartas desde el suburbio

Querida:

Tengo la impresión de que me han cortado las alas.
No te llamaría nostalgia pero tengo tantas ganas de escucharte
que te llamaría y te llamaría y te llamaría.
Me haría amigo íntimo de la señorita de tu contestador
al fin y al cabo tiene voz de no haber follado en seis meses.
Exactamente como yo.
Seis meses, ciento ochenta días,
te lo podría decir en lunes
pero te parecerían pocos.
Siempre tuviste esa horrible costumbre
de medir las cosas  en cifras en lugar de en palabras.
Para ti un día solo es un día,
en cambio para mí  significa tristeza.
Dos ausencia.
Diez fracaso.
Noventa odio.
El odio no se puede multiplicar
y es indivisible.
Se parece al infinito pero con más ceros.

Volar es ese verbo que solo se conjuga en tus manos.
A eso me refiero.
Lo más cerca que estoy de levantar los pies del suelo
es por la señorita Ingrid.
Ya sabes la rubia  esa de bote que funde las farolas
de la plaza para distorsionar su belleza.
Cuando paso me silba como si fuera un perro
tengo la impresión de que alguna vez
me ha escuchado ladrar tu nombre
y sabe lo que me gusta.
La hipocondría querida,
me sigue impidiendo arrodillarme ante  una mujer cualquiera.
Y cualquiera no es una mujer
si no eres tú.

Ayer doña Encarnita me preguntó por ti,
que le habías dejado un paraguas
y quería devolvértelo.
En pleno agosto la cabrona,
Ya sabes ese modo sutil que tienen la señoras de barrio
de informarse de los desastres.
- Volverá con la próxima tormenta. Le dije aprovechando el tema.
Ella sin dejar de mirar el cielo ha soltado sin clemencia:
- Va a tardar mucho entonces.
Ni siquiera hablábamos de la misma forma de llover.
Así que he asentido con la cabeza.
Ella no tiene ni idea de cuantos sinónimos
puede tener la lluvia si yo te beso.

¿Sabes esa sensación de estar soñando que te caes
y despertarte de golpe?
Pues es eso lo que me ocurre sin ti
que no dejo de caerme,
con la diferencia que al despertar la caída no cesa.
Y perder el equilibrio no es lo mismo que volar,
supongo que en eso si estamos de acuerdo.

Lo más absurdo que he hecho en este tiempo
ha sido coger tus zapatos rojos con las manos
y hacer ruido en el suelo como si volvieras.
Te cuento esto para que entiendas
que lo que vuelve loco a un hombre
no es el amor, si no la esperanza.
Que es mejor un hasta nunca
que cualquier a lo mejor.
Que prefiero un no te amo
que me rompa en mil pedazos
que el cariño en mil pedazos
que  aún me ofreces sin amarme.

Me decía Lucía antes de ponerme la tercera copa
que si a dos personas que se aman un metro
no les parece demasiado,
cien kilómetros les resultan imposibles.
Que el amor a distancia
es como follar por teléfono
puede haber placer pero es propio.
Y cuando el amor es propio
el desamor es siempre.
Luego caminó hasta otro cliente
moviendo el culo de tal forma
que casi me olvidó de ti
y alzo el vuelo.
Pero para que vamos a negarlo
sigo siendo un pájaro enjaulado a tu cintura.

Espero que tengas frío por las noches
y hambre por las mañanas.
Que nadie encuentre el lugar exacto de tu piel
donde tu espalda se dobla hasta que cabes
en el futuro de un hombre.
Que mi nombre se te escape
cuando te coman el coño,
que no te falte el aliento
cuando te muerdan los labios
y no halles  diferencia
entre suspiro y bostezo.
Espero que sean tus manos
las que recuerden que existo
mientras me buscas a oscuras
en una cama vacía.
Que seas tan feliz que te duela
si recuerdas mi tristeza,
que estés tan bonita que odies
que te lo cuente un espejo
y eches de menos mi lengua
describiéndote por dentro.

Espero que cumplas tu sueños,
que no rompas más promesas,
que se amontonen caprichos.
Que aquello que señales con el índice siga siendo tuyo,
que no te cortes el pelo,
ni te cambies de perfume,
que sigas llamando destino
al mayor de tus errores.

Espero que no me olvides mientras lo intentas,
que no puedas recordarme si de verdad lo necesitas
que nunca más me encuentres mientras te busco,
que nunca más me busques si no te espero.

Al fin y al cabo querida
volar está sobrevalorado si no es contigo.

Pd: Si no recuerdas como se aterriza
ponte el vestido verde
el que se levantaba en dos suspiros
es el modo más sensato que conozco
de tener el cielo a tus pies.
Y seguir flotando.