jueves, 26 de marzo de 2015

Por si las dudas

Antes de irte, recoge mi fracaso.
Tiende al sol esta pena de no saberte conmigo.
Finge mientras sales por la puerta,
algo similar a una tragedia.
Dí una frase inolvidable.
Haz ruido al bajar las escaleras,
como si lloviera en los peldaños.

Antes de irte, procura que no sea primavera.
Que no quede en las perchas,
ningún vestido con el que disfrazar tu ausencia.
Que estén abiertos los bares,
que sea cerrada la noche,
que esté apagada la luna
y no te siga mi sombra.

Intenta dejar más de una herida,
una planta sin regar,
un por si acaso en la cornisa.

No abandones mi ego en un previsible hasta nunca.
Retira todas las canciones de los azulejos del baño.
Acaba también con la bombona,
que cuando esté tiritando
grite tu nombre y no estés.

No dejes huellas, ni pelos,
ni luces, ni polvo.
No dejes hambre.
Ni boca.
Ni olor.
Ni sonrisa.

Si me dejas, hazlo de veras,
para que sepa al dejarte,
que me ha dejado la vida.

Pero si decides quedarte
y no sé de mi fracaso,
ni el sol de mi pena.
Si de la puerta hacía adentro
no se conoce tragedia.
Si cualquier cosa que digas,
me resulta inolvidable.
Si en tu pisar, los peldaños
son las teclas de un piano
y trae más lluvia tu boca,
que las nubes de Edimburgo.

Si tú decides quedarte
hasta el otoño confunde si se llama primavera.
Y las perchas de tu armario
juegan por morbo al desnudo,
mientras tu piel se pregunta,
por el color de mis sueños.

Y si se cierran los bares,
que se te abran las piernas.
Y si la noche es oscura,
que sea la luna en tus ojos
la que me robe la sombra.

No encontraré mis heridas,
regaremos con orgasmos las macetas del olvido
y no sabré si hay cornisa más allá de la ventana.

Si te quedas,
sabrán los azulejos del baño
cómo se canta en suspiros.
Y si yo grito tu nombre
por la frialdad de los grifos,
serán tus manos quienes dicten
cuánto calor necesito.

Deja tus huellas.
Tus pelos.
Deja tu luz, sopla el polvo.
Quítame el hambre a mordiscos.
Quiero tu boca y tu olor,
quiero lamer tu sonrisa.

Si te quedas bésame,
para que sepa al besarte,
que estoy besando a la vida.

miércoles, 18 de marzo de 2015

Anónima


Para hablar del dolor,
tengo que remontarme a tu nombre,
ni cicatrices antiguas, ni contusiones recientes.

Tu nombre, frustante,
como una nana para un niño sin sueño.

Para hablar de tu nombre,
tengo que descoserme la boca,
desprenderme del ego,
desnudar el fracaso.
Tengo que llamarte en otro rostro
y que tu recuerdo,
se convierta en incognita indescifrable
de una ecuación de mi cerebro.

Tu nombre, resbaladizo,
como un tobogán tras la lluvia.

Ayer lo escuché desde otra boca,
suave, como si no significara nada,
como si en sus sílabas no cupiera,
toda la vida de un hombre.
Claro que ella no eras tú
y se giró levemente sin notar cuánto peso
soportaba mi pecho en una sola palabra.

Pensé en ti, en tu vida de casada,
en tus manos indecisas calentando biberones,
en tus tacones atrincherados
en el armario de la decencia,
en las abejas marchitas,
del enjambre de tu escote.

Pensé en ti,
tendiendo tu desnudo con pinzas de la ropa,
hablando del clima con tu vecina del segundo,
llorando otra vez después de ver Pretty woman.

Recordé como te mordías el labio
cuando no estabas de acuerdo,
esa manía infernal de dejar las llaves
en cualquier sitio menos en tu bolso,
el olor a mujer de otro que desprendías
cuando te quedabas fija mirando al horizonte,
el perfume a playa de tus muslos
cuando ponías el grito en el cielo
y el cielo en mi boca.


Recordé que besabas al cerrar los ojos,
que solo soñabas si los tenías abiertos,
que cuando mentías se te arrugaba la frente,
que bailabas por el pasillo para no tropezar con mi vida,
que mi vida siempre esperaba que cerraras los ojos
y que tu frente estuviera lisa
después de un te amo.

Y te maldije,
maldije tu cintura de sirena a la deriva,
tu lengua de serpiente,
tu culo brasileño,
maldije tu vientre y su lluvia de lunares,
la pecas de tus pómulos,
las líneas de tus manos.

Tu nombre, grosero,
como una sonrisa en un velatorio.

Y te pensé,
te recordé
y te maldije.
Pero no pude nombrarte,
ni tú hubieras venido.