jueves, 30 de diciembre de 2010

Así termina el año en villa tristeza

Va a reventar el mundo en un millón de pedazos
y yo en mi puta vida he hecho un puzzle.
Ni siquiera de pequeño.

Porque yo de pequeño era un tipo duro,
aprendí a escupir como un vaquero a los seis años
y le levantaba la falda a las niñas del colegio.

Eva siempre tenía bragas rosas
y su flor preferida era la rosa
y su amiga más íntima se llamaba Rosa
y aunque con todo esos datos debía oler bien
no era así.

Porque a Eva no le gustaba el agua
ni siquiera la del mar.

Y eso que a cierta edad el aroma carece de importancia
pero que no le gustara el mar era imperdonable.
Por eso no la quise.

Y me iba con Micaela al césped de detrás de su casa.
Micaela era rubia,
más que rubia dorada,
como si se hubiera lanzado a una piscina de oro.
Y guapa,
muy guapa
y con los ojos tan azules
que aunque a ella si le gustaba el mar
al mar no le gustaba ella.

Envidia, claro.

Yo quería besos de película
pero ella se conformaba con juntar los labios.

Eran besos aburridos
como bocadillos sin chocolate.

Una tarde se subió al monte más alto del pueblo
y gritó te quiero seguido de mi nombre.

Fue la primera vez que una mujer
decía algo bonito sobre mi persona.

Y yo obviamente no la creí.

Porque yo era un tipo duro
y no ahora que simplemente escucho cariño
y ya me estoy quitando el paracaídas.

No ahora que el amor me coge por los huevos
y tartamudeo su nombre hasta el infinito.

Un marica.
Un poeta.
Eso soy.

Los poetas solo son escritores frustrados
a los que le asusta la nitidez del folio.

Pero antes, sobretodo de ella,
yo era un tipo duro,
que apedreaba a los gatos
y me fumaba las colillas de mi padre
y a veces era tan tan duro
que hasta echaba el humo por la nariz.

Y me tocaba, me tocaba mucho
incluso antes del milagro del hilo blanco
y pensaba en las madres de mis amigos
y en las de mis enemigos
y en la profesora de geografía
y en Berta.

Berta, mi dulce Berta,
que aún estaba mellada
y ya tenía tetas.

Y aunque no era mi novia
me dejaba tocarla allí
y aquí y allá
y otra vez allí
y me dio mi primer beso con lengua
una tarde de verano sin verano
y a mí......
me dio asco.

Salí corriendo lo mas lejos que pude de ella y de su lengua,
porque yo no hacía esas estupideces del amor.

No como ahora que me meten la lengua en la boca
y hasta eyaculo.

Una nena eso soy.

En un millón de pedazos ya veras
y no será difícil encontrar tus pechos
entre los pechos de las demás mujeres,
ni siquiera tu culo,
ni tu coño.

Pero tu cerebro...ufff
eso es ya otra historia
ni siquiera ahora que aún está todo en su sitio
tengo esperanzas de dar con él.

Y cogía una cerveza de la nevera
y me la bebía de un solo trago,
le arrancaba las alas a las moscas,
las antenas a las hormigas
y el amor era una tontería de mayores,
una excusa contra la soledad,
una falta de amor propio.

Y ahora el amor dice aquí y ahora
y allí y ahora estoy yo.

Abierto,
dispuesto,
suyo.

Y de ti ni rastro,
otra vez.

Y lloro como un enfermo sin cura,
un estúpido hombre de las cavernas
y te escribo un poema
la literatura de los pobres.

En un millón de pedazos va a reventar el mundo,
al menos el tuyo
y esta vez yo,
te lo prometo,
no estaré aquí para juntar los trocitos.

jueves, 23 de diciembre de 2010

Voy a gemir que te quiero y te parecerá una poesía

Ellos decían que la fidelidad era cosa de pobres
porque no tenían dinero para irse de putas.

Pero claro ellos no la veían allí acostada
con su piel haciendo juego con las sábanas
medio vestida o medio desnuda
nunca supe las verdaderas intenciones de sus ¿pijamas?

Yo tenía la certeza,
de que la diferencia entre hacer el amor y follar
residía en si uno de los dos
pedía un taxi para volver a casa
una vez terminado el acto.

Taxista es el oficio que más sabe de desamor
en este maldito país.

Por eso cuando ella me pidió que me quedara a dormir
con los pómulos recién incendiados
de mi última aventura pirotécnica
yo suspiré de alivio.

Era amor.

Aunque segundos antes nos devoráramos como animales
y lo hiciéramos en el suelo y en la mesa
y sus uñas se clavaran en mi espalda
y sus dientes en mis labios,
aunque estuvo a dos respiraciones de convertirse en asesina
y yo en el muerto con el paisaje más hermoso.

Era más bonita la muerte allí entre sus muslos
que la vida allá fuera de ellos.

Fuera llueve.
La música con ella siempre hace canciones en los tejados,
ahora suena la pista siete
del grupo ese que le gustaba tanto...
...¿como se llamaba?
Lo tengo en la punta de la lengua
pero si se lo digo me la roba
la lengua y la canción.
Y no podré decirle lo bella que está
con ese vestido escotado por la espalda.

A lo lejos una gata enferma
maulla mentiras sin pudor
y tendremos que volver al amor para callarla.

Sí, el amor, eso dije,
porque no hay un solo taxista en toda la ciudad
que sepa nada de nuestra dirección.




Feliz 2011 a todos.

viernes, 17 de diciembre de 2010

Todo lo que callo, eso te quiero

Doblarme como un contorsionista hasta caber
en el bolsillo de su abrigo negro.
Ese sería mi imposible.

Y que me quiera el más difícil todavía.

Y eso que yo tengo tantas personalidades
que cada vez que me masturbo es una orgía.

Sin embargo no hay yo que no te ame hasta querer
la muerte por asfixia entre tus brazos.

Desde que hiciste aquello parecido a sonreirme
y te salieron fuegos artificiales por el cielo de la boca
ya no me siento útil si no estoy contigo.

Y eso que estar contigo
es lo más parecido a estar sin mí.

Pero me encanta.

Ojalá platónico solo fuera el apellido de un marido cornudo
y tu nombre la bandera de mi vida.
Ojalá pudiera cicatrizarme en tu espalda
y abrirme cada vez que me olvidaras
que te doliera,
como me duelen a mí las lunas
sin los eclipses de tus ojos.

Tal vez debería contarte,
que lo que tú consigues con un solo dedo
es lo que desearía lograr cualquier mujer con un hombre,
con el coño si fuese necesario.

O recitarle un poema al espectacular desnudo de tus hombros,
leerle al mundo los poemas de tu nuca cuando te recoges el pelo,
que me arrancaras a mordiscos la etiqueta con el precio
que ya no valgo más que un beso de tu boca.

Que te sueño,
que te busco,
que te pierdo.

Tal vez debería de hablarte,
de contarte,
de halagarte,
pero contigo soy solo silencio.

shhhh
cada vez mas profundo
shhhh
más eterno.

shhhhhhhhh

Más nuestro.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Yo te debo un abecedario, tú una vida a las afueras

Escribiría el manual del buen marido
si ya existiera un medicamento contra los celos.

Mandaría mi currículum más romántico
a mujeres con la talla ochenta y cinco
si no pervirtieras mis neuronas en los sueños.

Sería fiel incluso si dejara de inventarte.

Pero es que tienes tantos rostros que cualquier día
te tengo en un abrazo y ni me entero.

Y créeme, me va a doler que el amor
(ese que dicen que solo ocurre una vez)
pase de largo.

Como esos trenes que nunca acabaron entre tus piernas.

Si te pienso, ahora,
todo mi amor cabe en un globo
(suspiro)

De ida y vuelta los viajes por si acaso
y las cartas con posdata por supuesto
y tu boca con mi boca y mi lengua,
en la parte más privada de tu cuerpo
y mi cuerpo con tu cuerpo y tus muslos
en la parte más mojada de mi lengua.

Haría folio de tu espalda si quisieras
y tinta de estos dedos que te aclaman,
escribiría el poema más intenso
desde el comienzo de tu cuello hasta tu culo,
cada pliegue un nuevo verso y tus lunares
las pausas donde reinventar mi mundo
y un punto suspensivo en cada peca
cuando ya no quepan más que los gemidos.

Ni siquiera sé el lugar donde me hallo
ni si haces por buscarme todavía,
si me encuentras que no ofenda mi silencio
fue tu belleza quién cortaba de raíz
cada palabra que no dije todavía.

Pero si me coges de los hombros y me mueves
se me caerán los te quiero que te debo.