martes, 20 de mayo de 2014

Sed


Cuando acepté que el alcohol no era sinónimo de olvido
empecé a beber sin tener excusas.
La gente no me miraba bien.

Los mismos con los que compartí algún brindis
para maldecir una cintura, o unas caderas, o un buen culo,
me dieron la espalda.

Los que te han visto siempre triste
no aceptan tu "felicidad"
si no se consideran culpables.
Como si la tristeza al ser mutua
en lugar de aumentar, restara.

Para sentarse en aquella barra
debías tener al menos dos motivos
y uno a la fuerza tenía que ser el nombre de una mujer.
Si eran dos los nombres
la resaca era espantosa.

Decía lucía, la camarera,
"Si un amor se va antes de tiempo
el desamor se queda para siempre"
También decía,
"Hay gente que lleva tanto tiempo sola,
que confunde soledad con amor propio"

En aquel tiempo yo tenía motivos
y tenía nombres
y nostalgia
y hasta amigos.
Creo que nunca estuve tan solo.

De vuelta a casa le preguntaba a las farolas por mi hogar
pero aquellas putas luces me llevaban a casa
y jamás a tus piernas.

Nunca hubo una resaca peor que despertar sin ti.
Y si perdí el equilibrio era más por ausencia de tus manos
que por el borde de las copas.

Ahora me siento y bebo sin más,
no es una cuestión de nostalgia,
ni siquiera de tristeza,
ni de tu nombre,
ni de esas putas luces,
es simplemente que respecto a olvidar
yo a diferencia del resto
ya me he dado por vencido.

martes, 6 de mayo de 2014

Todavía a veces sigo escribiendo en voz alta


Hay quien llama distancia a la falta de deseo,
quien usa la palabra platónico para camuflar su cobardía.

Hay quien mantiene el silencio,
por temor a que lo que salga de su garganta
sea un nombre que ya debería haber olvidado.

Están los que se escandalizan con ciertas palabras,
coño, polla, follar, semen,
como si su existencia estuviera basada
en el acto de frotar dos piedras.

Estáis los que pedís la verdad a gritos
ignorando estúpidamente
que jamás podríais soportarla.

Los que pensáis que al tener esa ingrata habilidad
de saber pedir perdón sin despeinaros
ya os da todo el derecho de poder hacernos daño.

Los que habláis de imposible por que no fuisteis capaces.
Los que llamáis soledad a la incapacidad de estar con nadie.
Los que decís te quiero mirando a los ojos
porque en ellos veis vuestro propio reflejo.

Esos seres perfectos que culpan al destino de sus errores
y llaman intuición a cada acierto.
Esos que piensan que tener orgullo
es más importante que tener a alguien.

Vosotros que os habéis quedado con la duda eterna
por temor a la respuesta,
que confundís esperanza con optimismo,
que al dormir solo lo apodáis nostalgia.

Ustedes que miden el ego en centímetros,
el amor en tiempo en lugar de en suspiros,
el tiempo en minutos y jamás en pulsaciones.

Que lanzan una promesa como un globo
olvidando que pesa como una roca,
que al tamaño de unas tetas prominentes
lo llaman amor a primera vista.

Todos  esos que vais de cuerdos cuando la peor locura
es parecer demasiado sensato,
los que llamáis inteligencia al simple hecho
de citar a algún escritor que de saber de vuestras palabras
se hubiera hecho de ciencias.

Vosotros que me dais tanta pena,
que solo puedo reírme
mientras llega algún motivo
para llorar de verdad.

Como tu nombre.