jueves, 19 de octubre de 2017

Atazagorafobia



Octubre dia 19 
01:00
Jodido diario:

Hoy he ido con Silvana a esa tienda del centro
donde los maniquíes  besan sin censura a la anorexia.
Después de once vestidos he pensado firmemente
que lo que mejor le quedaba era la piel.
Pero he  guardado silencio.
Al final se ha decidido por uno de flores
como si fuera primavera.
Aunque si ella dice que es primavera
a ver quien coño le lleva la contraria.

Luego hemos tomado café en la cafetería de siempre,
ella ha necesitado dos sobres de azúcar,
a mí me ha vuelto a bastar
con mirarle los labios.
                                                                                                                                                                                                                                                                     
Dice Lucia:
Que enamorarse de la persona equivocada
es desenamorarse de uno mismo.
Y supongo que por eso me odio.

Me ha hablado de la serie de moda,
del trabajo que está a punto de dejar,
de que su signo (acuario)
es compatible con todos los demás horóscopos si son masculinos
porque en los únicos astros que cree un hombre
son en estos.
Y se ha subido las tetas.
Y yo he bajado al infierno.

Jodido diario no sabes cuanta nostalgia cabe
en dos metros de distancia.
Cuantos inviernos entrometidos
entre su boca y la mía.
Cuanta fantasía en dirección contraria
de la puta realidad.

De camino a su casa hemos vuelto a la infancia,
ya no está esa farola fundida donde planeé besarla
cuando todavía no teníamos edad
para las tristezas.
Tampoco el parque donde sus bragas blancas
hacían de un simple columpio
una preciosa montaña rusa.
Ni rastro de la plaza
donde me dejaba atrapar jugando al escondite
solo para que gritara mi nombre.

- Nos han robado la ciudad
pero no han podido con los recuerdos-
Le he dicho.

Y ella ha sonreído.
Y tiene la misma sonrisa que entonces.
La del recreo,
la de los cumpleaños sin parque de bolas,
la de un auricular para cada uno
cuando la música además de una canción
era un himno.

La misma puta sonrisa de su abrazo con aquel chico
que nunca fui yo,
la de me voy a estudiar a Londres
y la de su foto de bodas.

Nos hemos despedido hasta la próxima
con los mismos besos que se le da a una madre.

Mientras me alejaba del pasado,
aún con su perfume en mi chaqueta
he pensado en su vestido de flores
y en quién será el afortunado
que decore el suelo con sus pétalos.

Y la he odiado,
la he odiado profundamente,
a la primavera claro,
porque a ella jamás he podido.

jueves, 16 de marzo de 2017

De repente Eva

La luz al final del túnel resultaron ser sus ojos.
Verdes como las primaveras de mi infancia.
Como en un truco de magia
apareció de la nada más absoluta
y antes de la tercera copa
lo cual es muy importante.
Dice Lucía
que antes de la segunda copa
se está demasiado sobrio
para contemplar verdades absolutas
y después de la cuarta
demasiado ebrio para creértelas.
Se apoyó en la barra
y pidió una bebida de esas
que necesita un traductor.
Supongo que debí mirarla
como miran los perros de la tiendas de animales
a los niños que golpean el cristal,
porque ella al instante me acarició con los ojos.
Luego como en un suspiro dijo -Eva-
y yo mordí la manzana.

Intuyo que lo primero que dije,
fue alguna estupidez sobre el clima,
solo recuerdo que ella se quitó el abrigo
y se hizo el verano de repente.

"Donde se acaba tu escote
comienzan mis sueños"
Escribí en algún lugar de mi memoria
observando de reojo el atajo
que te lleva del deseo al mismo orgasmo
sin pasar ni siquiera por los besos.


No me acordé de ti mientras me contaba
que jamás había acabado una dieta,
que si no fuera por el espejo
ni siquiera creería en el amor,
que le gustaban todos los animales
menos su ex novio,
que a veces hablaba demasiado
porque la asustaba el silencio,
o que su canción preferida
era imposible bailarla.

 
No pensé en ti ni un segundo
mientras marcaba de rojo el borde de las copas,
tampoco en ese momento en que se ajustó el vestido
para gritarle al mundo que al morbo
le queda pequeña la talla treinta y ocho.

Ni rastro de ti mientras se recogía el pelo,
en cada cruce de piernas
había un eclipse de luna,
en cada risa un pecado,
entre sus brazos el futuro,
bajo su lengua mi vida.

Era tanta tu ausencia en sus ojos,
que hasta quise querer sin quererte
y hasta amé sin amarte siquiera
y aprendí que aprender a olvidarte
es igual que enterrar el pasado.

Un ¿ Nos vemos mañana en mis labios?
Que no era siquiera pregunta
y ese si que soltaste al instante
que sonaba a la vez a promesa,
fue quien trajo tu nombre a la barra,
tu cintura a los sueños dormidos,
tu canción a este baile de sombras,
tú París a mi barrio de mierda.

Y entonces si,
claro que pensé en ti
por si ella hacía como tú
y no volvía.