lunes, 30 de marzo de 2009

Helen

A helen por tanto semen derramado


Si la poesía fuera un arma,
tú estarías desnuda y yo en la cárcel.
Porque no hay nada más culpable que mi verbo
cuando se conjuga en ti.

Los dos sabíamos que la poesía empezaba al primer portazo
pero ni idea de que la soledad oliera
a timotei anticaspa en la almohada.

Por eso cuando te fuiste,
tuve que meterte en papel cuadriculado,
te sentaban bien las líneas azules
y esta caligrafía con parkinson de pensarte,
los puntos de las ies te bailaban en la boca,
las eses pluralizaban tus virtudes,
las uve dobles se murieron por falta de uso
y las h nunca más fueron mudas.
Aún se oye el eco de tu nombre.

Claro que yo dije:
“El amor es aquello que le sobra al sexo”
y ninguna mujer soporta eso, bueno si Marlene
pero Marlene ya solo es una postal
con vistas al mediterráneo
con un te echo de menos escrito al dorso
a lápiz para que no me lo crea.

Te fuiste y sin embargo
no hace más de cien palabras que acabamos de follar,
fue en la estrofa cuarta
me mordías el pezón derecho
mientras tu pelvis hacía círculos
imposibles en el aire,
horizontales asesinas en mi pecho,
verticales incoherentes en mis labios.

Me gusta tanto cuando te vuelves geometría,
de hecho siempre fuiste
mi triangulo equilátero favorito
y sabes que nunca nadie te dirá algo tan hermoso.

Los dos intuíamos que serías poema
cuando no te encontrara en el café de la mañana
pero ni idea de que la soledad
empezara con tu ausencia.

Por eso este poema se llama Helen,
porque duermo solo
aunque no haga mas de doscientas palabras
que acabamos de follar.

El espejo

Odio lo que queda de mí,
lo que no te llevaste.
No diré que soy peligroso
pero a veces me da por disparar
y te prometo que nunca fallo.

Deberías alejarte del punto de mira,
hoy tengo un día rojo,
de esos en los que la vida
cuelga de un hilo
y el minutero está anclado
en la hora equivocada.

Odio que estes ahí
en el espejo mirándome,
reprochándome lo previsible que soy.

Odio que esperes la bala
para cortarme los pies
con el cristal del complejo,
reflejando esa sonrisa infantil
que dejo de ser mía.

Debería dispararte a los ojos
y borrarte la cara,
otra vez,
nunca me gustastes
y ahora
ni siquiera te conozco.

martes, 17 de marzo de 2009

La mujer a la que se le morían las tortugas

Yo quería ser un hombre
y una casa con vistas al mar
y que Laura paseara por la orilla
con su bikini minúsculo
y esa sonrisa de “espérame un segundo que ahora vuelvo”
y que no se enfriara el café aquella tarde
que las agujas del reloj corrieron tanto
en aquel bar de la calle no me acuerdo,
mientras esperaba que sus tacones destrozaran los acordes
de la canción del verano.

Yo quería que el olvido no tuviera sabor
a caramelo de menta
ni oliera a perfume francés
ni tuviera su nombre.

Quería que mi abuela no hubiera roncado tan fuerte
antes de morirse
o que no se hubiera muerto mismamente.
Quería a mi padre eternamente en el sofá
sin bomba de oxígeno,
gastándole las pilas al mando de la tele,
que a mi madre le hubieran funcionado
las cremas faciales
y a dios afeitándose la barba
en mi cuarto de baño
para creer en los milagros.

Quería que amarla no fuera un acto tan suicida
como jugar al poker con una banda de suecos
y que Sonia no estuviera tan triste
porque se le morían todas las tortugas
que no hubiera tenido que optar
por comprarse una de peluche
de esas de tres colores
que ocupaba mi lado de la cama.

Yo quería ser un hombre
y que Sonia sonriera,
porque Sonia era tan maravillosa
que a veces parecía de mentira.

Yo quería que mis besos
no esperaran turno en la cola del paro
y que una pelirroja a la que le olieran las axilas a helado de coco
me llamara con diminutivos cariñosos
y quería besar en la boca a todas las putas del país
y que una mujer con acento argentino
me recitara al oído los versos
con todas las palabras que no se atrevió a escribir Charles Bukowski.

Yo solo quería ser un hombre
pero uno se hace hombre en los labios de una mujer
cuando ella dice “te quiero”
luego ella se va y tú
no sabes en que te has convertido,
ni siquiera tienes la opción de elegir
porque si así fuera yo hubiera querido ser tortuga
por si a Sonia le daba por adoptarme
y poder morirme entre sus brazos.

lunes, 16 de marzo de 2009

Hagamos una tregua

Hagamos una tregua,
tú dejas de arrojar jarrones
y yo te como la boca.

Que siento que esta guerra lejos de la cama
ya no me pertenece,
que tus insultos extraviados
del sudor que se desprende
cuando hacemos de la piel una hoguera
se te salen por la comisura de los labios.

Hagamos un trato,
tú me dices que me quieres
y yo te bailo la canción que más te guste,
o me desnudo sin que mi clavícula
destroze la autoestima que me queda.

Hagamos un pacto,
de esos que te vas y luego vuelves
y perfumas toda la casa con tu olor a vainilla
yo me pondré a lamer el suelo que pisas
como si fuera un helado cada huella.

Hagamos también algún imposible,
un más dificil todavía,
el amor por ejemplo,
sin cicatrices, ni odio,
como si fuera poesía pero sin letras,
pongamos minas alrededor de la cama
y el primero que huya que salte por los aires.

Hagamos algo macabro con este silencio,
tú le maullas a la luna
y yo le ladro a tu sombra,
inventemos marea alta en el asfalto
y nademos el uno sobre el otro
hasta que el respirar valga una vida
y tu tengas mi aire en tus pulmones.

Hagamos que las palabras no sean cuchillos
y no te corte mi voz
ni la tuya me desangre.

Hagamos una tregua,
tú me invitas a tus ojos
y yo te enseño mi sonrisa,
esta vez sólo depende de nosotros.

Tú dirás.

lunes, 9 de marzo de 2009

Equilibrio

El amor sale por la puerta vestida de domingo.

"Que me quieras es como correrse dentro,
como tener el sol en la espalda a las seis de la mañana,
como cazar mariposas con la boca"

A veces soy marioneta de tus ojos,
el equilibrio reside en no mirar allá en tu escote
donde duermen los duendes perversos
que le hacen cosquillas a mi ego.

A veces regresas manchada de lunes.
-Nunca es tarde para empezar de nuevo-
O eso dices mientras cuelgas el abrigo
en la percha de los martes.

Nunca es tarde pero ignoras que yo,
soy cada vez más viejo
y que casi todos los días es mi cumpleaños
y ya no tengo ganas de soplar,
ni para levantarte la falda.

Hoy es miércoles creo
pero te echo de menos
como si fuera jueves o viernes,
los sábados es otra historia,
el paraíso está abierto
las mujeres se vuelven mas fáciles,
yo duermo la siesta
bebo vodka, compro besos
y colecciono nuevas cicatrices.

Deberías verme después de la guerra
u olerme, siempre huelo a muerte.

La muerte huele a perfume barato,
a ropa guardada y a perro de nadie.
La muerte huele a domingo
y a tus ausencias.

"Que me quieras es como secuestrar a la luna
y ponerla en tu boca,
como escribir sin resaca,
como pedirte disculpas
y como el equilibrio"

lunes, 2 de marzo de 2009

Marzo

Marzo se fue por la puerta de atrás

y tu con él,

con la lengua burlona

cogísteis el atajo fácil

el de ignorarme.

Tu preñada de nadie

deshabitaste la luna de tu vientre

y ya tiene tres años

y es hermosamente bella,

tiene tus rasgos y no los míos

y es de lo único que me alegro

de no ser padre.