domingo, 1 de noviembre de 2020

LA PUTA DECENCIA

 MARZO DEL 2000



Tiene veintiocho años y presume de no haber dicho te quiero ni una sola vez en su vida. Me dice que me va a enseñar para lo que realmente vale el amor y yo la creo. Luego pregunta por mis años, digo veinte con temor a que no se lo crea. Pero lo hace o no le importa. Ha tardado medio minuto en desnudarse. Treinta segundos. En treinta segundos rara vez ocurre algo, es un tiempo insuficiente para cualquier cosa y sin embargo allí esta ella, asombrosa, mágica, imposible y real. Todo en treinta segundos. Se ha dejado las medias, negras hasta los muslos y me ha preguntado con una voz pícara si quiero que se deje los tacones. No tengo ni idea para qué mierdas querría yo que hiciera eso.

- A muchos hombres le gusta. Me dice con ellos en la mano. Son rojos y afilados. Parece de repente que está armada y la muerte está más cerca que el amor. Es como si la belleza tuviera sus diablos. Parecen dos cuchillos en las manos equivocadas.

- ¿ Y a ti qué te gusta? Pregunto yo.

- Tu eres quien paga cariño, tu eres quien decide hasta que rebases el límite. Si lo rebasas mando yo, para negarme.

- ¿ Y dónde está el límite pregunto? Con curiosidad. 

No creo que tú llegaras a él cariño. Me dice con dulzura. Y se rie.

Su risa es mejor incluso que su desnudo. Su risa es lo mejor que ha ocurrido desde que he entrado en la habitación. Si fuera una canción estaría dispuesto a despertar con ella cada mañana.

Se sienta en la cama y me espera. Yo me desnudo con esa lentitud de quien no tiene prisa, o de quien tiene miedo.

-  ¿ Cómo se llama ella? Pregunta de repente mientras se toca las uñas con indiferencia.

- ¿ Quién? Le devuelvo la pregunta.

- He visto tu actitud otras veces en otras personas. Siempre hay una ella. Siempre acaban creyendo que entre mis piernas en lugar de un coño hay un tunel al olvido.

- Daniela. Digo avergonzado. Como si hubiera hallado mi punto débil.

- ¿ Y por qué se ha ido? 

- Su padre ha encontrado trabajo en otro país y claro ella se ha tenido que ir con él.

- Si te quiere volverá y si no te quiere pues no lo acabará haciendo. Es así de simple. 

- Si eso lo sé. Le digo.

- ¿ Qué es lo que más echas de menos de ella?

Me quedo un rato pensando. La echo de menos en todos los sentidos. Es complicado hallar una palabra que lo resuma todo. Normalmente me valía con decir su nombre para tener la excusa a cualquier tristeza, a cualquier nostalgia.

- Su presencia. Acabo diciendo.

- Mira cariño, dudo mucho que dures más de cinco minutos en mi piel y cuando mi piel se acabe, la presencia de tu Daniela no aparecerá. O sea estarás en las mismas que antes de entrar en este cuarto. La única diferencia será un agujero en tu cartera y la sensación de haber follado con una diosa. Y las diosas cielo, son caras. No podrías venir cada vez que te doliera su recuerdo porque además de que yo no tengo las llaves de tu memoria, lo que para ti es olvidar, para mí es trabajo. Y con esto no estoy tirando piedras a mi tejado, simplemente no me gustaría que cualquier otra de las que habitan estos bares donde me has hallado, te saque el dinero que ni tienes.

De repente me ha venido a la cabeza una frase que decía Javier. Javier era un amigo de mi padre, a veces venía a ver el futbol a casa. Era un tipo con mucha calle, con una multitud de anecdotas, de historias, de apasionantes relatos que te dejaban embobado escuchádolo.  Javier decía que su fantasía sexual favorita era que después de follar con una puta ella de repente decidiera no cobrarle. Y se reía. Mi papá también se reía. Yo entendía lo que quería decir Javier pero lo comprendí del todo delante de aquella diosa de la que aún no sabía ni el nombre y de saberlo dudo que fuera el correcto.

- Si quieres puedes marcharte. Hablar es gratis por aquí y el paisaje te lo puedes tomar como un raglo personal. Me dijo con casi una sonrisa. Como si el azúcar pudiera saber amargo.

Yo no quería irme. Yo quería pasar mi lengua por su piel y tener en la punta la exactitud del sabor del imposible. Tenía la necesidad de arrodillarme a los pies de su cama y poder hundir mi cabeza entre sus muslos, como si hubiera una melodía esperandome allí, donde la orilla desaparece y todo es mar. Yo quería que se subiera en mi cuerpo y dejara caer su peso hasta dividirme en todas las partes que aún no he conocido de mí mismo. Yo deseaba que dijera ven con su dedo Y luego me besara en la boca. Como no besan las putas. 

- ¿ Qué decides entonces? Preguntó dejando un poco abiertas sus piernas a conciencia.

Yo dejé caer dos billetes en sus manos y me arrodillé dándome cuenta a la vez que metia mi alma entre sus piernas, que se había dejado puestos los tacones.  Como si matarme no fuera necesario. Todavía.


lunes, 28 de septiembre de 2020

Paroxetina

 

Mantengo la perversa manía

de perseguir tu falda

en aquellos sueños que alguna vez tuve.

Es como si no quisiera desprenderme

de una edad que ya no me pertenece.

Como si solo fuera joven cuando te pienso.

Tu caminando cuesta arriba 

en una lucha criminal contra el aire

yo detrás esperando que pierdas 

la vergüenza pero no la guerra.

Casi siempre son blancas 

como las marcas que dejan los aviones,

como la espuma que rompen las olas,

como las paredes de los psiquiátricos.

Te he tenido tantas veces 

que eres infiel sin saberlo.

Tal vez me digo a veces,

que si yo hubiera sido más valiente

y tú menos guapa

en lugar de ver te las hubiera bajado.

Pero entonces no estaría

persiguiendote en esos sueños

que una vez tuve.

Puede ser que ni siquiera

hubiera tenido sueños.

Y lo que es peor,

que nunca nunca más 

podría ser joven.




sábado, 11 de enero de 2020

ALMA (CIUDAD PROHIBIDA) 1

Me llamo Alma y omitiré mis dos apellidos,
tengo la edad que tú te quieras imaginar
pero cuando lo hagas no me lo digas.
Nunca me han gustado las personas
que miden todo en cifras,
yo soy de letras, de palabras.
Había un chico que las unía de tal modo
cuando me observaba que yo,
una chica cualquiera, me hacía poema.
El era guapo, muy guapo, jodidamente guapo,
tanto que cuando estaba con él
tenía la certeza de que todas mis amigas
si pudieran se lo follarían.
Desde las más íntima, a la más puta.
Imagino que ya sabéis como acaba esta parte.
Si exacto, se casaron el junio pasado,
él y mi amiga más íntima.
La más puta al final tenía cierta decencia
y ahora es mi mejor amiga.
Al final ni la íntima era tan íntima
ni la puta tan puta.
La vida va así, desordenando a su capricho
los papeles de la vida.
Dice Cristina otra amiga,
(Lease amiga con los datos anteriores)
que ninguna mujer debería estar triste por un hombre,
que lo único bueno de ellos
cabe en un cajón de la mesita de noche.
Pero Cristina entre otras cosas no quiere ser madre,
dice que la maternidad envejece y elige
soledad eterna por eternidad ficticia.
Yo si quiero ser madre,
antes cuando era poema,
deseaba que fueran tres,
luego cuando los versos dejaron de rimar
me conformaba con dos,
Ahora quiero uno, solo uno
y que se parezca tanto a mí
que no me duela mirarme.
También os voy a omitir mi estatura
ya sabéis por aquello de las cifras
y mi peso ya entendéis por aquello del complejo,
os diré a cambio que soy tan alta como la luna
cuando me quieren cara a cara
y tan baja como como un sótano
cuando me odian por la espalda.
Y soy romántica, no de esas mujeres románticas
que escriben notas en la nevera
para que cuando amanezca la persona querida
tenga algo que llevarse al estómago.
Yo soy romántica pero con menos ingenio,
por ejemplo incluso antes de masturbarme
me digo te quiero tres veces
para que el acto no me resulte tan frío.
Los ojos los tengo verdes como mi madre,
las tetas la tengo enormes como mi abuela,
del culo no conozco la herencia
y me jode no poder darle las gracias a a alguien.
Mamá dice que la gente ya ni da las gracias ni pide disculpas,
que antes por aquí, que antes por allá,
mamá adora su pasado porque era feliz
pero yo no lo recuerdo.
Se que papá no le pidió perdón después
de lo de aquella vecina que tenía la sonrisa en el escote
y que si lo hubiera hecho ella no hubiera sabido perdonarlo.
Mamá dice que lo malo no es que el amor se vaya,
lo malo es aquello que se lleva de ti misma.
Siempre que alguien se va se lleva algo
y ese algo nunca vuelve,
y aunque ese algo sea una mierda
lo echas de menos porque era tuyo.
Es como tener un mal hijo
lo quieres a pesar de todo.
También os puedo decir que soy multiorgásmica,
obviamente no os voy a contar
a cuantos orgasmos he conseguido llegar
pero os prometo que hubo una vez un invierno
que llovió más dentro de casa que fuera.
Que tengo tantos lunares que si los cuento
me entra el sueño,
tantos sueños que si los digo os entra el pánico.
Que una vez hice un trío porque fui yo dos veces
y otra me tragué tanto amor de golpe,
que confundí deseo con sed
y promesa con verdad.
Mama dice que los hombres solo dicen la verdad
después del orgasmo y que por lo general roncan.
Pero mamá nunca fue poesía y si lo fue
sería antes, tan antes, que ya no se acuerda.
Yo si, a veces todavía tengo algún verso
en la punta de la lengua
y me dan ganas de besarme,
de lamerme,
de saborearme lentamente hasta enamorarme
otra vez de mí misma.
Luego vuelvo al odio y me abandono
en mitad de un descampado donde nadie
se acuerda jamás de mi nombre.
Pero me llamo Alma,
Alma
y una vez fui poesía.