jueves, 21 de noviembre de 2013

De hablar con un folio en blanco (segunda improvisación)

Jodido diario.

"Mi libertad acaba
donde se abren sus piernas"

¿Te acuerdas de Rosa?
Seguro que si,
escribía de ella cuando todo mi amor,
cabía tras la ventana de un autobus.
Pues está preñada de gemelos,
ella que ni siquiera sabía cuidar de sí misma.
- Serán dos niñas preciosas- Ha confirmado.
Yo he pensado solamente,
que al puticlub del barrio
le augura un buen futuro con el tiempo.
Aunque he sonreido,
como si ella de ocho meses
fuera lo más bonito que he visto en mi vida.
Siempre he sido un gran mentiroso en silencio.

Yo aprendí a no fiarme de nadie gracias a mi madre,
alguien que te quiere
te mentirá para que no sufras nunca.
Y mi madre siempre me ha querido demasiado.
Hasta vértigo me da el pensar
la de mentiras que me habré tragado hasta hoy.

Por eso me da tanto miedo el amor supongo.

Donde se abren sus piernas
y se clavan mis rodillas
y le digo el lugar exacto donde el mar se hace isla
y la isla coño
y yo feliz.
Y todo ello sin sacar la lengua.

Hay quien piensa que lo bueno del mar es verlo
y luego entrar,
como quien compra una barra de pan
en la tienda de la esquina.
ignoran que la magia real es otra.
Que sea el quien te mire,
que te alcance
y que te hunda.

¿Como va a ser lo mismo meterse dentro del mar
a que sea el mar quien te meta dentro de él?

Supongo que hablamos de un mediterráneo distinto.

 En fin, jodido diario,
"La señorita va a ser mejor que cambiemos las pastillas"
dice que mi problema soy yo,
que mi enemigo soy yo,
que mi tristeza soy yo.
Un día de estos le enseño una foto tuya en bikini
y además de colocar su heterosexualidad en duda,
se hace amiga de todos los farmacéuticos del barrio.

Para entender la locura
primero hay que conocer la razón.
El diagnóstico no es el desde cuando
sino el desde cuanto.
Y ya hace mil besos.

Mil doce antes de que acabe esta noche.

Aún te recuerdo,
temblando cuando te recitaba a fonollosa,
jugando con las aspas del ventilador
a volar por encima de las cosas
como si fueras pluma
y yo aire.
Una vez suspiré tan fuerte
que apagué las velas de mis siguientes cinco cumpleaños
tú ya te ibas calle abajo
y yo me hacía viejo mirando desde el balcón
como driblabas nuestro propio destino.

En aquellos tiempos escribir poesía
solo dependía de tu sonrisa,
ahora en cambio escribo,
 para que sea la poesía la que me sonría a mí.
Y tengo que reconocer que casi nunca ocurre.

Aunque a veces, jodido diario,
hoja a cuadritos azules
que solo hablas cuando yo escribo
la poesía se abre de piernas
y mi libertad,
toda,
se te mete otra vez entre las piernas.

Como si fueras mar.
Todavía.

martes, 5 de noviembre de 2013

De hablar con un folio en blanco

Jodido diario:

Hoy también ha pasado de largo,
sigue siendo primavera en sus ojos
y su boca ha vuelto a marchitar
todas las flores del parque.

Llevaba la camiseta blanca,
ya sabes, la que llevaba puesta aquel sábado
que con la yema de mi dedo índice
yo rocé suavemente su cintura
y tardé en dejar de sonreír
nueve minutos seguidos.
Estuve a quince segundos de batir mi propio récord.
Una pena.

De largo,
con sus botas negras de besar el asfalto,
enseñándole música a los bordillos de la calle.

Hay quien piensa que los versos me crecen entre los dedos.
¿ Pero como escribir un puto poema si no me mira?

Hoy he visto a Ainara,
le está creciendo muy rápido el pelo,
solo tiene un pecho y es tan bonita
que podría prescindir también del otro
y brillaría exactamente igual.
Igual que cuando teníamos quince años
 y en el baño de su casa  me enseñaba la fuerza
con la que le crecía el vello púbico.

¿ Como estás? Le he preguntado.
Sigue fumando.
- ¿Sabes el hueco que se te queda en el pecho
cuando el amor de tu vida te abandona para siempre?
Pues esto es igual,
solo que en lugar de abandonarte alguien
lo haces tú misma.
También me ha dicho que ya no sabe llorar,
que ni siquiera "Los puentes de madison"
le han logrado sacar una puta lágrima.
Ella que lloraba hasta cuando se le acababan los cereales.

Me ha dado verdadera tristeza,
no hay nada peor en el mundo que llorar hacía dentro.

Luego muy despacio se ha ido calle abajo,
dejándome a oscuras en mitad de una calle
que nunca recordará nuestros nombres.

De largo jodido diario, de largo,
con esos vaqueros apretados
que consiguen poner en rojo
todos los semáforos del barrio.

No sabes cuanto me fastidia a veces,
la puntualidad de los autobuses.

La señorita del tiempo ha dado lluvia para mañana,
imagino a un montón de estúpidos
paraguas en mano y driblando charcos
como si nunca hubieran tenido infancia.

La mañana que Laura se fue ni siquiera llovía
y tuve yo que poner todas las lágrimas.

- Lo peor de hacer las maletas,
no son las cosas que tienes que meter
si no todas aquellas que tienes que dejar-

Y me miró como se miran
a los perros de las tiendas de animales.

Era un lunes como hoy, como siempre
pero que también como la chica de la camiseta blanca
pasará de largo.