Podría haber salido el arcoiris que yo, no hubiera visto más que el verde de tus ojos. Recuerdo que era abril. Yo había dejado de cumplir años para no molestar a mis padres y a ti, te habían crecido las tetas más allá de la cordura. Quince años amor, eso teníamos. El número de la suerte, la niña bonita, impar, dulce e inocente. Ahí cabían todas las promesas. Seguramente yo dije un para siempre después de un beso. Y tú le pusiste nombre a nuestra primera hija, antes de la quinta despedida. Nunca fue tan cómodo un banco de piedra. Nunca una canción superó tu risa. Nunca me tembló tanto el alma, como cuando atravesé por debajo de tu blusa, aquel acantilado de tu pecho. Luego la vida se nos hizo grande, dejamos el amor aparcado y pensamos que la felicidad, no podía depender del otro, sino de uno mismo. Nos equivocamos. No hemos dejado nunca de equivocarnos pero supongo que ningún error duele igual que el primero. Quince años, tú con aquellas pecas diminutas cayendo por tus pómulos como una lluvia de verano. Yo con aquellos lunares en la espalda por donde tú dedo dibujaba galaxias que nadie más descubriría después de ti. Obviamente no fue para siempre y tu hija, no tiene ni una sola de mis facciones, tampoco lunares, ni siquiera se llama como prometiste. Hemos coincidido en un evento, nos hemos mirado, creo que ambos sin ningún éxito hemos intentado volver a cumplir quince, mientras tú pedías ginebra y yo un ron. Hemos mentido sobre la salud, nos hemos sincerado sobre el olvido.Como sí lo cotidiano fuera maravilloso, hemos sonreído para que ninguno dudara de la felicidad del otro. Ojalá hubiéramos sido tan valientes de abandonar la edad y sobre aquella barra dejar a los niños que fuimos, dos niños negándose a crecer, hablando del amor, como lo que pensábamos que sería, no como finalmente acabó siendo. Pero era tarde. Creo firmemente que la única vez en mi vida que llegué pronto a algún sitio, fue a tus labios. Demasiado pronto tal vez. Luego en la terraza mientras fumaba, el horizonte a los lejos ha dibujado un arcoiris y yo otra vez, solo he visto el verde de tus ojos. Y luego, luego creo que ha llovido.
lunes, 25 de noviembre de 2024
lunes, 18 de noviembre de 2024
DAKAR
Hace tiempo que no hablo de ti, supongo que lo más similar al olvido es el silencio. Que no nombrarte, es como si no hubieras existido. Sin embargo a veces, apareces por aquí como un fantasma, no solamente evocando el pasado, tambien haciéndole trampas al futuro. Te pones frente a mí e inventas senderos con todo aquello que no ocurrió. Yo los transito muy despacio, a veces incluso me detengo en mitad de un camino y observo nuestra risa detenida en el tiempo. De algún modo vivo dentro del imposible, mientras tú eliges con decisión el color de las cortinas. Tu fantasma no solo se alimenta de la nostalgia, también siembra de dudas el paisaje. En cada tal vez, una herida del tamaño de tu nombre me sangra por dentro. No fuimos cobardes, había que ser muy valiente para dejar tanto amor aparcado y seguir con nuestras vidas, como si los fantasmas no existiesen. Como si el café no se enfriase. Como si bastara con una ola rebasando tu nombre para lamer otra orilla. No fuimos cobardes, solamente estábamos llenos de ignorancia. No, el tiempo no lo cura todo. Vimos iluminada la salida del laberinto y creímos que habíamos conseguido escapar. No supimos descifrar que aquella puerta, nos llevaba a otra y esa a la siguiente. La realidad es que solo nos sentimos perdidos de verdad, cuando dejamos de encontrarnos. El laberinto lo teníamos dentro y la salida, la única, estaba escondida en nuestra piel. Pero no bastaba con tocarla, la piel también tiene memoria y es ella, la que mientras yo callo, te nombra, te grita, te llama. Y por eso aparecen los fantasmas. Por eso dibujan encima de los garabatos que hemos ido creando con nuestra ausencia, la vida que no supimos tener. Porque aunque no fuimos cobardes, si nos faltó la certeza de saber, que el único modo de avanzar era juntos. Que de cualquier otro modo, volveríamos alguna vez al pasado, para que nos asaltaran las preguntas más difíciles de contestar. Esas en la cuáles los dos siempre supimos la respuesta. Pero en lugar de decirlas nos callamos. Como si bastara el silencio. Como si existiera el olvido.
lunes, 11 de noviembre de 2024
BOGOTÁ
Nos esquivamos, tal vez para evitar el peligro, aunque el peligro no sea más que ignorancia. Tú prefieres la acera de la paz, yo la de la duda, ninguno cruza la calle. Lamemos bordillos, aunque a mi lengua le quedaría mejor tu piel y a la tuya le vendrían mejor mis miedos. Volver la vista atrás, es ver tu culo alejarse. Tu culo es ese poema que soy incapaz de escribir porque prefiero leerlo. A veces, calculo con las manos el borde de tu cintura y el espacio en el que cabes, tiene exactamente la medida de mis sueños. Me sostengo en el equilibrio imperfecto de tu ausencia, haciendo pactos con el futuro, inventando diálogos donde tú, no solo tienes la última palabra, también el primer beso. Al fondo el paisaje se llena de semáforos en rojo, el mismo color que tienen tus pómulos, cuando mis ojos te quitan la ropa, mientras mis manos marchitan de impotencia. Podría invadir tu territorio, asomarme al precipicio de tu escote y decir tu nombre para resumir mi vida. Dejar de esperar la carta correcta y barajar el destino hasta que siempre lleves ases en los ojos. Girar en la siguiente curva y en el callejón más cerrado de tu vientre, alquilar la habitación que hay en tus muslos. Podría matar la duda y tu asesinar mis miedos. Yo desnudar tu cuerpo, tu decorar mi alma. Yo ponerle letra a tus pisadas, tu banda sonora a mi silencio. Podríamos sonreírnos en la boca, fumarnos los suspiros, tragarnos los orgasmos. Podríamos intentarlo, ser capaces, tal vez nos demos cuenta de repente, que el único peligro de verdad es esta estupidez de no estar juntos.
lunes, 4 de noviembre de 2024
WELLINGTON HANOI PARIS
WELLINGTON
¿ Te acuerdas cuando te dije que te querría para siempre?
Sigue siendo cierto.
Solo que antes te quería cerca
y ahora te quiero lejos.
HANOI
Si hoy te dan un puñetazo en el estómago te dolerá. Si te lo repiten mañana te seguirá doliendo. Si continúan toda la semana a puñetazo por día, el dolor incluso puede aumentar al estar golpeandote en el mismo sitio. Pasados quince días casi estarás acostumbrado al daño. Y al mes será toda una rutina. Tanto que si de repente dejaran de golpearte lo echarías de menos. Así de absurdo.
Pues con algunos "amores" pasa exactamente lo mismo, aunque te hacen daño una y otra vez terminas por acostumbrarte, incluso se llega a tal nivel de estupidez, que cuando se ausentan, se marchan, o los dejas, acabas por echarlos de menos.
PARIS
Sé que si ambos tiramos del mismo extremo de la cuerda nos caeremos. Pero prefiero el suelo contigo que el cielo sin ti.