martes, 17 de marzo de 2009

La mujer a la que se le morían las tortugas

Yo quería ser un hombre
y una casa con vistas al mar
y que Laura paseara por la orilla
con su bikini minúsculo
y esa sonrisa de “espérame un segundo que ahora vuelvo”
y que no se enfriara el café aquella tarde
que las agujas del reloj corrieron tanto
en aquel bar de la calle no me acuerdo,
mientras esperaba que sus tacones destrozaran los acordes
de la canción del verano.

Yo quería que el olvido no tuviera sabor
a caramelo de menta
ni oliera a perfume francés
ni tuviera su nombre.

Quería que mi abuela no hubiera roncado tan fuerte
antes de morirse
o que no se hubiera muerto mismamente.
Quería a mi padre eternamente en el sofá
sin bomba de oxígeno,
gastándole las pilas al mando de la tele,
que a mi madre le hubieran funcionado
las cremas faciales
y a dios afeitándose la barba
en mi cuarto de baño
para creer en los milagros.

Quería que amarla no fuera un acto tan suicida
como jugar al poker con una banda de suecos
y que Sonia no estuviera tan triste
porque se le morían todas las tortugas
que no hubiera tenido que optar
por comprarse una de peluche
de esas de tres colores
que ocupaba mi lado de la cama.

Yo quería ser un hombre
y que Sonia sonriera,
porque Sonia era tan maravillosa
que a veces parecía de mentira.

Yo quería que mis besos
no esperaran turno en la cola del paro
y que una pelirroja a la que le olieran las axilas a helado de coco
me llamara con diminutivos cariñosos
y quería besar en la boca a todas las putas del país
y que una mujer con acento argentino
me recitara al oído los versos
con todas las palabras que no se atrevió a escribir Charles Bukowski.

Yo solo quería ser un hombre
pero uno se hace hombre en los labios de una mujer
cuando ella dice “te quiero”
luego ella se va y tú
no sabes en que te has convertido,
ni siquiera tienes la opción de elegir
porque si así fuera yo hubiera querido ser tortuga
por si a Sonia le daba por adoptarme
y poder morirme entre sus brazos.

10 comentarios:

Pepa Ortiz dijo...

Ernesto tienes un estilo muy urbano, el amor de calle asomándose al escote: tan fresco como creativo.
Saludos

DEARmente dijo...

Vaya estilo el que tenés!

Me gusta.

SLDS.

Anónimo dijo...

El título ha sido una puñalada, che. Al menos mi tragedia te ha servido de inspiración.
Te lo perdonaré por lo bonito del resto. Te admiro y....te echo de menos.
Beso.

Genética Inexacta dijo...

NO es tan dificil pecadito, seguro que no, quizá esperar tener a dios en tu cuarto de baño sí lo sea...
Se me hizo un nudo en la garganta de nuevo al leerte.

Besos, ya sabes.

Bibiana Poveda dijo...

¿por qué justo elijo la hora pruna del atardecer para, justamente, leer este poema?
y me da ternura, rabia, de todo un poco,
pero por sobre todo, esa comprensión, que nace de cierto desamparo cuando uno se saca la coraza-corazón.
bueno, estoy confesional, y he llorado un poco, porque a pesar de los pesares, yo soy de las que lloro ante ciertos poemas, como éste.
abrazo, pecadoernesto! muchas gracias por escribir.

Giovanni-Collazos dijo...

Un poema lleno de ternura, Ernesto.
Y también, romántico, en el fondo.

Un abrazo.

Gio.

Ofelia Waltz dijo...

Puntual vine. Ya sabes. No tengo que decir que vine aunque venga pero igual te lo digo. Pienso que aquello de los acentos y los versos, y las bocas sucias me gusta. Tambièn me gusta...y las mujeres, sí. Tambièn. Una que llore por los animales, más, sì. Tambièn. Tù también.

Con cariño vine,
tù sabes.
Waltz

Ana Clavero dijo...

Otra vez de ovación y otra vez de poner el vello de punta.

Gracias por los regalos que nos haces al compartir con nosotros tanta belleza.

Un besazo

Bletisa dijo...

Ya no te digo nada para no repetirme como la morcilla.
Bueno decirte que sigo disfrutando como un enano con tus cosas.

Te beso.

tayler durden dijo...

hola ernesto.
llegué aqui de la mano de sol. ella te encontró y segun te leía (te leíamos) sentí algo parecido a estar celoso.
pero de una manera sana.
luego he estado leyendo este blog, y los episodios de laura. y mientras hablas de sudor y coños, a mi me entran unas ganas terribles de fumar.
de buscar otras palabras para no repetir las ya dichas.
en los tiempos que corren es dificil pedir una cita cuando no te duele nada. la gente desconfía, y es normal. ¿quién puede fiarse en un mundo de sombras? el caso es que tengo una pequeña revista, pro-vocacion, y me gustaría poner algun escupitajo tuyo en ella. tiene que ver con la saliva. y con otras cosas. conozco a alberto batania, que le leido nombrado por ahí. a veces pasa por el buko y me gusta ponerle las birras. esto de internet se parece un poco a las ciudades pequeñas de provincia: al final, todo el mundo se conoce.
quisiera contartelo con más tranquilidad fuera de un comentario de blog. dicho queda.
te dejo el mail, escandaralgeet@gmail.com

un saludo.