jueves, 20 de febrero de 2025

DESPERTAR SIN TI ES MADRUGAR DOS VECES

 MES 1 DESPUÉS DE TI

Todavía estiro la mano por las mañanas hacia tu hueco. Y duermo hacia el lado izquierdo para que seas lo primero que vea al despertarme. No consigo acostumbrarme a tu ausencia. No la soporto. Ni siquiera la asumo. No es una cuestión de esperanza. Simplemente no acepto la derrota. No hallo el modo de salir ileso, me duele igual callar tu nombre que gritarlo. Es como tener una herida en la punta del dedo con el que te tocas el resto de la piel. En realidad solo te duele el dedo pero lo ignoras.

A mí solo me dueles tú pero se me está quejando el mundo.

La calle es un inmenso agujero. No tener tu mano al otro lado es como estar en una eterna caída. Apenas salgo.

La casa tampoco ayuda mucho. Estás por todas partes y en ninguna. Te has olvidado tu olor, parte de tu ropa, dos palabras de amor en el espejo del baño, un cuadro a medio pintar, ese maldito cantautor en la radio, una lágrima en mi chaqueta preferida y un viaje de ida al centro del infierno, por el atajo que existe en el cajón de tus bragas.

Espero que donde estés no te encuentres bien. Y que me eches de menos. Que te duela decir mi nombre. Que te agobie callarlo. Que la calle también sea un puto agujero. La cama, una guerra. Dormir, un suplicio. Que no consigas escribir la palabra orgasmo en el crucigrama de tu coño. Y si lo haces sea con una herida en la punta del dedo. Que ignores si es placer por ti misma o el dolor de mi ausencia.

Y vuelvas. A por todas las cosas que te has olvidado. Sobre todo a por mí. La más importante.

lunes, 17 de febrero de 2025

OJALÁ TÚ TAMBIÉN


DIA 23


La palabra ojalá,
es como envolver el futuro
en papel de regalo.

Hubo un tiempo,
antes de ti,
en que la nostalgia
me parecía hermosa,
como un lugar al que volver
cuando todo estuviera perdido.

Pero ahora no quiero volver,
ahora quiero que vuelvas.

Regresar a ti, a través de ella,
es como arrancarle las alas a un pájaro
y echarlo a volar.

Mamá dice que el único amor que importa
es el propio.
Papá dice que el único amor que importa
es el de mamá.
El perro solo mueve la cola;
si pudiera decir algo,
pediría comida.

A mí, cuando era joven, también me dejaron.
Luego apareció papá.
Él se limita a sonreír.

Me gustaría preguntar algo
sobre el olvido.
Pero creo que el más sincero de los cuatro
es el perro.

En las noticias no apareces.
Hay otra guerra,
dos terremotos,
un tornado,
quinientos desahucios,
tres asesinatos.

Una parte de mí se agarra torpemente
a todas esas personas
que están peor que yo.
La otra parte de mí
se jode en demasía
al no poder echarte la culpa
también de esas tristezas.

Mamá dice que lo bueno
de las heridas que duelen de verdad
es que ya sabes dónde está la piedra
y la próxima vez
puedes escoger otro camino.

Papá dice que si mamá fuera una piedra,
él estaría todo el día en el suelo.
Oddie simplemente quiere otra galleta.

En el salón hay una foto mía.
Estoy sonriendo.
Estoy sonriendo y no te conocía.
No parece forzada,
parece inercia la felicidad,
como si nunca la fuera a echar de menos,
como si el futuro estuviera envuelto
en papel de regalo.

Y al abrirlo, solo hubiera una palabra:
ojalá.

Y que se cumpliera,
se cumpliera siempre.

lunes, 10 de febrero de 2025

LA CRUELDAD DE LO INVISIBLE


DÍA 13


Odio a la mujer de tu contestador.

Tal vez ni siquiera exista

y, sin embargo,

la imagino muy delgada,

con el pelo lacio cayendo sin gracia

más allá de las cejas,

las gafas empañadas,

la nariz puntiaguda,

los labios finos.

Le quedan grandes los pantalones

y pequeño el corazón.

Y estoy seguro

de que nunca vio el mar.


Mi teléfono lo he puesto en silencio.

En cualquier sonido eras tú.

A veces, incluso antes de alcanzarlo,

dejaba que pasara el tiempo.

Es triste reconocer

que lo más cerca

que he vuelto a estar de ti

se lo debo a esa pequeña incertidumbre.


Llevo haciendo el mismo camino

desde que te fuiste.

Nunca me he sentido tan solo.

Paso a diario por el kiosco

de la señora María

y la saludo muy educadamente.

Ella muestra esa efusividad de siempre

y me mueve la mano

como si fuera un abanico.

Hoy he parado allí,

he comprado esas golosinas de colores

que tanto te gustaban.

(Reconozco que es un modo

absurdo de besarte).

Y ella, de golpe,

me ha dicho cuánto tiempo hace

que no me veía.


A esto me refiero:

sin ti, soy invisible.


También Julia, esa simpática mujer

que les echa de comer

a las palomas de la plaza,

en lugar de observarme a mí,

mira el espacio que has dejado.

Es como si fuera incapaz de reconocerme.

Te juro que, en algunos instantes,

le temo más a mi ausencia

que a la tuya.


Lo peor siempre es el regreso.

Ese ruidoso silencio

que golpea las paredes,

como si la inexistencia de tu voz

hiciera crujir los cimientos.

El libro en la mesa esperando tus manos,

la serie nórdica sin acabar,

donde seguro, como siempre,

volviste a acertar al asesino.

La canción que ya no cantas en la ducha.

El chocolate escondido en el cajón

donde guardabas tus pastillas.

El olor casi intacto de tus bragas

en la cesta de la ropa sucia.

Tus zapatos esperándote.

La botella de agua vacía en la nevera.

El beso que olvidaste en la mesita.

La manta encogida en el sofá.

El interminable camino del pasillo,

la cama enorme.

El vacío, el terrible vacío,

como si todo el suelo

fuera un precipicio.

Cada paso es un tropiezo,

cada tropiezo una herida,

y cada herida, tu culpa.


Nunca una casa estuvo tan lejos

de llamarse hogar.




lunes, 3 de febrero de 2025

OJOS DE LLUVIA


DÍA CERO


No ha habido portazo.

Apenas se ha llevado cuatro cosas.

Por lo visto, supone

que, para superar mi ausencia,

le basta una maleta.


Ha dejado café recién hecho,

su pijama de osos

hecho una bola en el sofá

y una nota nerviosa

pegada al cristal de la terraza.


"Riega las plantas.

Ya que has jodido el amor,

no mates la primavera."


Me he asomado al balcón,

por si las huellas.

Una nube enorme y gris

se ha movido de repente

para posarse frente a mí.

Se ha quedado ahí, sostenida,

como si alguien, con una cuerda invisible,

la estuviera aguantando desde el suelo.


No trae lluvia.

Supongo que espera

que la pongan mis ojos.


Pero llorar es aceptar que se ha ido.

La última vez que lo hice

estaba la palabra "muerte" de por medio.

Y más que tristeza, fue impotencia.

Después de aquello, nunca más

busqué a Dios.

Tampoco él ha venido a verme.


De vuelta al salón,

he tropezado con sus llaves.

Es lo más cruel que se le ha ocurrido.

Ahora, cada vez que llamen a la puerta,

la esperanza dirá su nombre.


La esperanza es un monstruo ingobernable.

Aparece cuando menos te lo esperas

y se va cuando más la necesitas.


No he probado el café.

No sé cuántas cucharadas de azúcar

hubieran hecho falta

para equilibrar la ausencia de sus ojos.


Me he vestido con la ropa de ayer,

como si el pasado

pudiera confundir al futuro,

y he salido de casa suponiendo

que, para esquivar al demonio,

basta con abandonar el infierno.


Todavía la escalera mantiene su perfume.

He abrazado la nada.

No ha sido mutuo.


En la calle sigue la nube.

Incluso parece más grande.

He caminado hasta que se ha convertido

en una mancha absurda.

Ahí me he acordado de las macetas.


Ojalá ahora esté diluviando en la terraza.