DÍA CERO
No ha habido portazo.
Apenas se ha llevado cuatro cosas.
Por lo visto, supone
que, para superar mi ausencia,
le basta una maleta.
Ha dejado café recién hecho,
su pijama de osos
hecho una bola en el sofá
y una nota nerviosa
pegada al cristal de la terraza.
"Riega las plantas.
Ya que has jodido el amor,
no mates la primavera."
Me he asomado al balcón,
por si las huellas.
Una nube enorme y gris
se ha movido de repente
para posarse frente a mí.
Se ha quedado ahí, sostenida,
como si alguien, con una cuerda invisible,
la estuviera aguantando desde el suelo.
No trae lluvia.
Supongo que espera
que la pongan mis ojos.
Pero llorar es aceptar que se ha ido.
La última vez que lo hice
estaba la palabra "muerte" de por medio.
Y más que tristeza, fue impotencia.
Después de aquello, nunca más
busqué a Dios.
Tampoco él ha venido a verme.
De vuelta al salón,
he tropezado con sus llaves.
Es lo más cruel que se le ha ocurrido.
Ahora, cada vez que llamen a la puerta,
la esperanza dirá su nombre.
La esperanza es un monstruo ingobernable.
Aparece cuando menos te lo esperas
y se va cuando más la necesitas.
No he probado el café.
No sé cuántas cucharadas de azúcar
hubieran hecho falta
para equilibrar la ausencia de sus ojos.
Me he vestido con la ropa de ayer,
como si el pasado
pudiera confundir al futuro,
y he salido de casa suponiendo
que, para esquivar al demonio,
basta con abandonar el infierno.
Todavía la escalera mantiene su perfume.
He abrazado la nada.
No ha sido mutuo.
En la calle sigue la nube.
Incluso parece más grande.
He caminado hasta que se ha convertido
en una mancha absurda.
Ahí me he acordado de las macetas.
Ojalá ahora esté diluviando en la terraza.
1 comentario:
Ojalá todos los días fuesen lunes y ojalá fuese a mi a quien se los debieran .!
♥️
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