Ahora que estoy totalmente solo
me doy cuenta que la soledad
no es tan interesante como aquellas noches
en las que me quitabas el lado de la cama,
o como cuando rozabas tus pies helados con los míos.
La soledad es más triste que masturbarse de memoria,
incluso más, mucho más que pensar en ti.
Siempre me quedará el poder follarme
la inspiración de Walt Disney por cincuenta euros,
se lo gritó su padre antes de salir aquella tarde:
-Si vuelves más tarde de las doce
te convertirás en una puta-
Y ahí la tienes sentada en un sofá rojo
esperando otra copa. La penúltima.
Porque cuando uno bebe siempre es la penúltima.
Se llama cenicienta te lo dije
y tu te limitaste a sonreir
- Nadie se llama Cenicienta
tú y tus cuentos de hadas-
Aún me visita tu sonrisa todas las noches,
los dos hoyuelos esos de tu cara
culpables de que yo te perdonara siempre,
incluso cuando eran las once y media de la mañana
y aún no había tres de besos en el café,
luego hacias aquella melodía en los peldaños,
do, re, mi, so, fa
y yo mis ojos de vagabundo
bailabamos tu ritmo,
debía ser amor que la canción más bonita de mi vida
habitara en tus botitas de tacón.
Los zapatos de cenicienta no son de cristal,
ayer mismo me arrodillé para sacarle brillo con la lengua,
sí, sigo siendo un fetichista,
sigue sin ponermela dura el amor,
es normal que este solo,
que decidieras irte,
que todo lo que quiero se esfume.
Menos ella, mi cenicienta.
- ¿Me quieres? pregunta.
- No tanto- contesto.
Y nos servimos otra copa,
la penúltima.
3 comentarios:
Olé....
siempre es la penultima. Y aquí hay tres botellas de tequila muy barato...
Ernesto, salud...es que son ellas, ellas...ella nada más.
Saludos desde México, mi admirado.
Ofelia
Pues por la penúltima!!
Que bueno niño, que bueno....
me pones otra copa Ernesto?...la penúltima.
Me gusta tu cenicienta, mucho.
Besitos
isa
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