lunes, 30 de diciembre de 2024

SANÁ


Me llamo Ernesto.

Nadie me llama Ernesto.

Nadie me llama.

Nadie no es una persona.

Nadie es nada.

Cero.

Folio en blanco. 

Teléfono sin agenda.

Amor sin wifi.

He amado a casi todas las mujeres

que se han cruzado conmigo. 

Ellas no lo saben.

En su ignorancia salvo el ridículo.

Soy de los que se caen 

y hacen como que están buscando una moneda.

Prefiero que me tachen de pobre

que de vértigo.

Prefiero que me tachen.

Que nadie me llame.

Nadie de ella.

Ojalá fueras nadie.

Tú, que te crees Alma,

que te llamo Alma,

que te gritan rubia en los pasos de peatones,

que te silban a Vivaldi en la boca del metro.

Ojala yo fuera la boca de un metro.

Que tu boca estuviera a un metro de mi boca. 

Que entraras y salieras cada mañana

sin reconocer que mi lengua

te lame los lunes más pesados de la nuca.

Ojalá fuera lunes.

Y no me llamara Ernesto.

Y no amara a todas las mujeres

que se cruzan por mi vida.

Que hubiera una moneda tras la caída.

Que saliera cara. 

Tu cara.

Que pensaran todos que he tenido suerte

y no vértigo.

Y quedarme en el suelo

hasta que nadie me levante

y me llame por mi nombre.

Una vez.

Pero nadie de todo.

Del total y de rubia.

Y de Vivaldi

Y de boca de metro.

Y de Alma.

Sobre todo de Alma.

lunes, 23 de diciembre de 2024

LUSAKA


Claro que te hubiera besado

y seguramente habría dejado

caer mi mano en el abismo de tu pecho.

Tendría la sonrisa puesta

y antes de que mis labios fueran tus labios

me hubiera sentido eternamente joven.

No sé si te han dicho alguna vez

que uno tiene la edad de sus dolores.

Y contigo delante dudo mucho

que me doliera algo más que no besarte.

Así que sí, te hubiera besado

y seguramente habría dejado caer mis ojos

al laberinto de las pecas de tus hombros.

Tendría colocada la mueca del valiente

aunque tuviera las cosquillas en la piel

del que se ríe por dentro.

No sé si te han comentado alguna vez

que reírse es el orgasmo del cerebro.

Y contigo delante, dudo mucho

que alguien haya conocido la tristeza.

Te habría besado sí, seguramente lento

y mis dedos estarían marcando un ritmo

que no se puede bailar si no es contigo.

No sé si alguna vez te han contado

que la música amansa a las fieras,

pero me temo preciosa

que la canción que guardas en la garganta

haría salvaje al animal más manso.

Si lo hubiera hecho, claro.

Probablemente mi lengua tatuaría

mi nombre en el cielo de tu boca.

Y hasta tendría una frase preparada

para después de tus labios.

Tal vez ignoras que de todas las cosas

que no he hecho todavía

besarte me resulta la más fácil.

Así que sí, te hubiera besado

lo único que no tengo claro todavía

es cuantas veces.

lunes, 16 de diciembre de 2024

SANTO DOMINGO

 Un amor platónico no es aquel que no puedes conseguir, si no ese que aún pudiendo lograr no tuviste el coraje de intentarlo. Ese que tienes clavado como un interrogante en el pecho, un pasado aferrado a la nostalgia, un "tal vez" que disfrazaste de "no" porque dolía menos oponerte a ti mismo, que cualquier negación ajena.

Lo que duele pasado el tiempo no es "el que hubiera pasado entonces" si no el "que estaría pasando ahora". No poder volver atrás y hallar la respuesta ya sea para pasar página o para quedarte en ella lamiendo las esquinas y subrayando todas las frases que una vez planeaste decirle a su boca.

Dice Sabina en una canción que " No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió" Y no puedo estar más de acuerdo.

Así que si en una de estas, volvemos a quedarnos suspendidos en una mirada en la que el futuro se nos abre de piernas, espero que tengas una respuesta preparada. Porque no pienso dejar que la incertidumbre me robe ninguna hora más de sueño. O los duermes conmigo, o bostezo sin ti.

lunes, 9 de diciembre de 2024

NUUK


Llegará el frío.

Yo miraré en el armario

y sentiré el desprecio de las perchas vacías.

Saldré a la calle,

el verano será una metáfora,

una promesa.

Miraré a la gente andando deprisa;

te juro que a veces parece

que huyen de mí.


Se llamará noviembre

y no tendrá tus ojos.

Tal vez aquella sudadera

que compramos en el último viaje

consiga, en algún instante,

llamarse hogar.

Frotaré mis manos,

tal vez fume.

Se me hará largo

el camino al trabajo,

evitaré reflejarme en los escaparates.

La sinceridad está de más

cuando no la necesitas.


Observaré la playa desde el otro lado,

como si fuera una postal.

El viento dirá tu nombre.

Seguramente me cruce con alguna chica

que no se parezca a ti.

También tendrá frío.

La chaqueta gris, la que te gustaba,

me quedará grande.

Es increíble lo pequeño que se siente uno

cuando no estás.


Lo peor siempre es el regreso.

Miraré el calendario,

limpio, sin un solo círculo

que decore alguna fecha importante.

Será un mal año,

un duro invierno.

Me crujirán los huesos,

como si por dentro alguien

quisiera poner una canción.

Ni siquiera mi pijama más horrible

podrá firmar una tregua con Groenlandia.

Cuando el frío es por dentro,

añoras una piel

que no es la propia.


Tendré varios mensajes,

alguna llamada perdida,

dos páginas porno en favoritos,

otra apuesta perdida.

Habrá ofertas engañosas en los buzones.

Los perros del vecino

no le ladran a la gente conocida.

Es fácil, a veces, asesinar la incertidumbre.


En algún momento, la primavera

asaltará el paisaje.

Acorralará al silencio.

Matará la oscuridad.

Seguirá haciendo frío.

Cuando tienes el silencio en la cabeza,

no importa el ruido.

El sol es un consuelo inerte,

como encontrar una chica

que se llame como tú

y decir su nombre.

¿Con qué se curan las heridas

que no se ven?


No sé cómo explicarte, sin rozar lo cruel,

que a veces sufre

más el culpable que la víctima.

Que el error llegará un momento

que dejará de perseguirte,

mientras a mí me acorrala

con tu ausencia.


No habrá tregua,

por más que confunda

algún incendio con agosto,

por más que en alguna calle de mi memoria

quede alguna hoguera encendida

por donde el olvido

aún no se ha atrevido a pasar.


Dará igual el tiempo que pase,

la ciudad que drible,

la canción que decida no poner.

No importará que escape

de las páginas dobladas

de esos libros que dejaste en mi cabeza.

Tomaré atajos,

vaciaré el armario,

diré "te quiero",

prometeré algún "para siempre".

Tal vez tenga hijos.

Tal vez sea feliz.


Pero me acordaré de ti,

casi siempre en los momentos

más inoportunos.


Y siempre, jodidamente siempre,

llegará el frío.

lunes, 2 de diciembre de 2024

VARSOVIA

 


La ropa tendida en el balcón

es la bandera de mi fracaso.

Sin rastro de tus bragas minúsculas,

ni de tus camisas con tantos colores,

que la primavera comenzaba primero

en la terraza para luego

adueñarse poco a poco de todo el paisaje.

No hay morbo sin tus pijamas huérfanos de botones,

sin tus faldas pervirtiendo las flores de las macetas,

y sin tus vaqueros dejando en el cielo

la silueta de tu imponente culo.


El viento agita mi pena,

calzoncillos tristes y pantalones

que odian el clima si no lo creas tú.

Mis camisas cuelgan los cadáveres

de los hombres que soy ahora sin ti,

y todos los calcetines imitan el acto

de no hallarse con su otra pareja.


Aún en la almohada tu perfume

agrieta mi pecho,

y en los cuadros que dejaste sin pintar

nacen garabatos que simulan la derrota.


Lucía siempre dice

que incluso cuando pierdes ganas algo.

Yo solo he ganado tu ausencia.

Y es una mierda.


A veces, sobre el sofá, rebobino mi vida

y te veo llegando aquella mañana,

sin paraguas y con el cabello mojado,

perseguida por una tormenta

que, como yo,

se enamoró al primer contacto.

Y me traigo tu voz al oído,

y aún siento el escalofrío de tu primera frase,

donde los relámpagos iluminaban el cielo

como fotografiando una escena

de anuncio de perfume.


Recuerdo con perfecta exactitud

cómo, después de tu primera sonrisa,

dejó repentinamente de llover,

y cómo tu nombre me acarició las mejillas

cuando todavía la distancia entre nosotros

era un abismo de dos metros.


Disfruto del momento en que decidimos

que el autobús nos pasara de largo,

y caminamos hasta tu casa,

esquivando los atajos

hasta pactar un laberinto cuya salida

dependía del primer beso.


El cigarro a medias,

tu risa como banda sonora,

el vaho saliendo de nuestras gargantas,

como si pudiéramos esconder la felicidad

después de los suspiros.


Mis nervios y aquella manada de elefantes

golpeándome por dentro del pecho,

el ruido del silencio mientras buscaba la frase perfecta,

aquel "hasta mañana" que tus labios soltaron

y mis manos ataron al futuro inmediato,

justo antes de que cerraras la puerta

y comenzara de nuevo a llover de repente.


Como ahora,

solo que en lugar de futuro

nada más  que queda ropa tendida.

Y se me está mojando.


Como los ojos.


lunes, 25 de noviembre de 2024

BERLIN

 Podría haber salido el arcoiris que yo, no hubiera visto más que el verde de tus ojos. Recuerdo que era abril. Yo había dejado de cumplir años para no molestar a mis padres y a ti, te habían crecido las tetas más allá de la cordura. Quince años amor, eso teníamos. El número de la suerte, la niña bonita, impar, dulce e inocente. Ahí cabían todas las promesas. Seguramente yo dije un para siempre después de un beso. Y tú le pusiste nombre a nuestra primera hija, antes de la quinta despedida. Nunca fue tan cómodo un banco de piedra. Nunca una canción superó tu risa. Nunca me tembló tanto el alma, como cuando atravesé por debajo de tu blusa, aquel acantilado de tu pecho. Luego la vida se nos hizo grande, dejamos el amor aparcado y pensamos que la felicidad, no podía depender del otro, sino de uno mismo. Nos equivocamos. No hemos dejado nunca de equivocarnos pero supongo que ningún error duele igual que el primero. Quince años, tú con aquellas pecas diminutas cayendo por tus pómulos como una lluvia de verano. Yo con aquellos lunares en la espalda por donde tú dedo dibujaba galaxias que nadie más descubriría después de ti. Obviamente no fue para siempre y tu hija, no tiene ni una sola de mis facciones, tampoco lunares, ni siquiera se llama como prometiste. Hemos coincidido en un evento, nos hemos mirado, creo que ambos sin ningún éxito hemos intentado volver a cumplir quince, mientras tú pedías ginebra y yo un ron. Hemos mentido sobre la salud, nos hemos sincerado sobre el olvido.Como sí lo cotidiano fuera maravilloso, hemos sonreído para que ninguno dudara de la felicidad del otro. Ojalá hubiéramos sido tan valientes de abandonar la edad y sobre aquella barra dejar a los niños que fuimos, dos niños negándose a crecer, hablando del amor, como lo que pensábamos que sería, no como finalmente acabó siendo. Pero era tarde. Creo firmemente que la única vez en mi vida que llegué pronto a algún sitio, fue a tus labios. Demasiado pronto tal vez. Luego en la terraza mientras fumaba, el horizonte a los lejos ha dibujado un arcoiris y yo otra vez, solo he visto el verde de tus ojos. Y luego, luego creo que ha llovido.


lunes, 18 de noviembre de 2024

DAKAR

 Hace tiempo que no hablo de ti, supongo que lo más similar al olvido es el silencio. Que no nombrarte, es como si no hubieras existido. Sin embargo a veces, apareces por aquí como un fantasma, no solamente evocando el pasado, tambien haciéndole trampas al futuro. Te pones frente a mí e inventas senderos con todo aquello que no ocurrió. Yo los transito muy despacio, a veces incluso me detengo en mitad de un camino y observo nuestra risa detenida en el tiempo. De algún modo vivo dentro del imposible, mientras tú eliges con decisión el color de las cortinas. Tu fantasma no solo se alimenta de la nostalgia, también siembra de dudas el paisaje.  En cada tal vez, una herida del tamaño de tu nombre me sangra por dentro.  No fuimos cobardes, había que ser muy valiente para dejar tanto amor aparcado y seguir con nuestras vidas, como si los fantasmas no existiesen. Como si el café no se enfriase. Como si bastara con una ola rebasando tu nombre para lamer otra orilla.  No fuimos cobardes, solamente estábamos llenos de ignorancia. No, el tiempo no lo cura todo. Vimos iluminada la salida del laberinto y creímos que habíamos conseguido escapar. No supimos descifrar que aquella puerta, nos llevaba a otra y esa a la siguiente. La realidad es que solo nos sentimos perdidos de verdad, cuando dejamos de encontrarnos. El laberinto lo teníamos dentro y la salida, la única, estaba escondida en nuestra piel. Pero no bastaba con tocarla, la piel también tiene memoria y es ella, la que mientras yo callo, te nombra, te grita, te llama. Y por eso aparecen los fantasmas. Por eso dibujan encima de los garabatos que hemos ido creando con nuestra ausencia, la vida que no supimos tener. Porque aunque no fuimos cobardes, si nos faltó la certeza de saber, que el único modo de avanzar era juntos. Que de cualquier otro modo, volveríamos alguna vez al pasado, para que nos asaltaran las preguntas más difíciles de contestar. Esas en la cuáles los dos siempre supimos la respuesta. Pero en lugar de decirlas nos callamos. Como si bastara el silencio. Como si existiera el olvido.

lunes, 11 de noviembre de 2024

BOGOTÁ

 Nos esquivamos, tal vez para evitar el peligro, aunque el peligro no sea más que ignorancia. Tú prefieres la acera de la paz, yo la de la duda, ninguno cruza la calle. Lamemos bordillos, aunque a mi lengua le quedaría mejor tu piel y a la tuya le vendrían mejor mis miedos. Volver la vista atrás, es ver tu culo alejarse. Tu culo es ese poema que soy incapaz de escribir porque prefiero leerlo. A veces, calculo con las manos el borde de tu cintura y el espacio en el que cabes, tiene exactamente la medida de mis sueños. Me sostengo en el equilibrio imperfecto de tu ausencia, haciendo pactos con el futuro, inventando diálogos donde tú, no solo tienes la última palabra, también el primer beso. Al fondo el paisaje se llena de semáforos en rojo, el mismo color que tienen tus pómulos, cuando mis ojos te quitan la ropa, mientras mis manos marchitan de impotencia. Podría invadir tu territorio, asomarme al precipicio de tu escote y decir tu nombre para resumir mi vida. Dejar de esperar la carta correcta y barajar el destino hasta que siempre lleves ases en los ojos. Girar en la siguiente curva y en el callejón más cerrado de tu vientre, alquilar la habitación que hay en tus muslos. Podría matar la duda y tu asesinar mis miedos. Yo desnudar tu cuerpo, tu decorar mi alma. Yo ponerle letra a tus pisadas, tu banda sonora a mi silencio.  Podríamos sonreírnos en la boca, fumarnos los suspiros, tragarnos los orgasmos. Podríamos intentarlo, ser capaces, tal vez nos demos cuenta de repente, que el único peligro de verdad es esta estupidez de no estar juntos.

lunes, 4 de noviembre de 2024

WELLINGTON HANOI PARIS


WELLINGTON 

 ¿ Te acuerdas cuando te dije que te querría para siempre?

Sigue siendo cierto.

Solo que antes te quería cerca

y ahora te quiero lejos.


HANOI

Si hoy te dan un puñetazo en el estómago te dolerá. Si te lo repiten mañana te seguirá doliendo. Si continúan toda la semana a puñetazo por día, el dolor incluso puede aumentar al estar golpeandote en el mismo sitio. Pasados quince días casi estarás acostumbrado al daño. Y al mes será toda una rutina. Tanto que si de repente dejaran de golpearte lo echarías de menos. Así de absurdo.

Pues con algunos "amores" pasa exactamente lo mismo, aunque te hacen daño una y otra vez terminas por acostumbrarte, incluso se llega a tal nivel de estupidez, que cuando se ausentan, se marchan, o los dejas, acabas por echarlos de menos.


PARIS

Sé que si ambos tiramos del mismo extremo de la cuerda nos caeremos. Pero prefiero el suelo contigo que el cielo sin ti.


lunes, 28 de octubre de 2024

TIRANA

 


No, la luna no estaba más bonita que otras veces,

tampoco parecía más grande,

ni siquiera brillaba más que otro día cualquiera,

simplemente ella, estaba más cerca.

Hay mujeres tan asombrosas que les basta su presencia

para embellecer cualquier paisaje,

hacerlo más intenso,

devorarlo incluso,

por eso cuando se van, 

cuando ya no la hallas a la altura de un abrazo,

al suspiro de un beso,

todo te parece horrible.

Hasta la luna.


lunes, 21 de octubre de 2024

JOHANNESBURGO


No es la misma que se marchó una vez.

Ahora juega al doble o nada,

al rojo o negro,

al cara o cruz.

Ahora no sabe perder ni acepta un empate.

Ha escupido una balanza y ha colocado

la justicia de su parte. 

No ignora el pasado pero olvida el presente.

No habla de futuro si no es plural

y ha cometido tantos errores,

que se ríe del destino

y de las casualidades.

Se ríe en serio, deberías oírla,

es como si en una guerra

todos a la vez se quedarán sin balas.

Como una tregua a la fuerza,

como una paz infinita.

No es aquella que no hallaba el ritmo

en mi boca. Ahora la música solo empieza

si se acerca. El baile si se queda.

La fiesta si me folla.

No es aquella que resbalaba por mi piel,

que dejaba su perfume en mis brazos

pero se llevaba su cuerpo,

que alquilaba veranos en el ático de mis promesas

para ver de lejos como era incapaz de cumplirlas.

Ella es otra, ahora se me clava en la costillas,

no necesita perfumes,

ni más veranos que el nuestro,

ni más promesas que el acto.

Ahora viene para quedarse,

aunque se vaya,

para no irse,

aunque se marche,

para estar aún no estando,

para vivirme o matarme.

Aún me tiembla su desnudo entre las manos,

el agua de la ducha enamorándose de sus lunares

mientras mis sueños firmaban en su alma

sin leer la letra pequeña.

Como si el miedo nunca hubiera estado fuera,

si no dentro. 

Como si los monstruos

solo existieran en su ausencia.

No, no es la misma que se marchó una vez,

sacando la lengua en señal de burla,

con el equipaje injusto de no volveré mañana,

con esa belleza implacable, con sus kilos de menos,

con su hambre de más.

Ahora no tiene cartas en la manga,

llora de frente como si el mar le cupiera en los ojos

y el hambre es secundario

si no es conmigo.

Aún me crujen las vértebras de sostener su silueta,aún me sudan los párpados de tenerla en perspectiva,

aún me maldice la nuca el haber dado la espalda

y me condena el silencio en cada grieta de mi voz.

No, ella no es la misma de aquella vez

y yo, yo ni siquiera se quien soy,

si no me nombra.


Me has hecho añicos preciosa

y ahora aunque parezca increíble 

me amo más a pedazos, que entero.

lunes, 14 de octubre de 2024

TOKIO


No soy ese tipo de hombre con el que vas a soñar húmedamente esta noche. No saldré jamás en una revista y a menos que asesine a algún hijo de puta, tampoco la televisión se detendrá en mi perfil. No soy simpático. No me esfuerzo en serlo. Jamás he gastado un minuto de mi vida en caerle bien a alguien. Prefiero la soledad, a la multitud y considero multitud más de dos personas. Hace novecientos días que no lloro y apenas cinco minutos que no río, sin embargo cualquiera que se pare un segundo a mirarme dirá que soy un tipo triste. Solo creo en la casualidad si es forzada y en la suerte si es contigo. “Contigo” y “siempre” son mis dos palabras favoritas. Sobre todo si están juntas. No creo en dios pero estoy seguro de haberlo visto cada vez que sonríes. Tampoco creo en el diablo pero cuando te abres de piernas, sospecho que él tiene algo que ver con el asunto. Opino que el destino se inventó para poder equivocarte sin remordimientos. No uso reloj y preguntar la hora me resulta una pérdida de tiempo. No creo en el amor para siempre pero siempre creo en el amor. Me da miedo la muerte y envidio con todas mis fuerzas a aquellos que confían que después de ella hay otra vida. Tengo el punto g en los labios si me besas, en la nuca si me soplas y en el ego si me miras. Odio los espejos porque me recuerdan quién soy, sin embargo no me gustaría ser otro.  Siempre que me he querido ha dependido de una mujer, en cambio para odiarme me ha bastado conmigo mismo. Me gustan los desnudos incompletos, prefiero las bragas al tanga, me seduce más un botón desabrochado que el pecho al descubierto, el saber por su boca que no lleva nada debajo, que verlo por mí mismo. Abuso de los preliminares, del juego donde entra antes el cerebro que la polla, el verbo que la lengua, los ojos que las manos. Disfruto casi igual de ese silencio que hay antes de la primera palabra, que del gemido que hay después del segundo orgasmo. Para mí el físico de una mujer empieza en el alma y no acaba nunca. Prefiero el olvido a la indiferencia, el adiós rotundo, al ya nos veremos, el que no me saludes nunca a que lo hagas cuando te place. Con la edad he aprendido que no debería haber orgullo que no ablande un beso. Que el verdadero secreto de la felicidad está en la risa y ni siquiera es necesario que sea la de uno mismo. Que si ignoras al niño que fuiste, jamás serás el hombre que querías ser. He asimilado a base de puñaladas que la palabra amistad es demasiado fácil nombrarla para lo complicado que es cumplirla. Que los secretos son armas que les prestas a otros. Que el silencio si es completo es el peor de los ruidos. He llegado a la conclusión que hay errores de los que nunca deberíamos aprender, ya que el placer a menudo, está en el camino incorrecto. Que aquellos que reniegan de su pasado son los más propensos a hacerte daño en el futuro. Que todos los prohibidos acaban por convertirse en tentación. Y todas las tentaciones incumplidas en nostalgia. Ahora ya sé que para saborear la traición basta con que deposites tu confianza en alguien. Que agarrarse a una esperanza es como coger el extremo de una cuerda sin ver que hay final de ella. Que hay lunes maravillosos y sábados de mierda. Que las cosas que no se pueden comprar son las que en realidad deberían importarte. 

Ahora tengo la total convicción de que el amor mueve el mundo y la indiferencia lo para. Y que cada uno puede elegir su propio mundo. El mío empieza en tu nombre y no acaba nunca. Que jamás deberías destacar los defectos de otros para que brillen tus virtudes. Que a menudo los imposibles los etiqueta la pereza. Que el fracaso no es más que una cuestión de expectativas. Que más allá de lo que digan los meteorólogos el clima siempre dependerá de la compañía. Que cauto no es sinónimo de cobarde. Que el miedo es necesario. Que uno debe saber diferenciar precipicio de paisaje, equilibrio de abismo, volar de caer. Que la duda no es inseguridad si no selección. Que si tienes un abrazo pendiente no lo deberías dejar jamás para otro día. Que una vez aciertas con la persona lo de menos es el viaje. Que todos a lo largo de tu vida te pedirán sinceridad pero ninguno aceptará que lo seas completamente. 


Ahora tengo la total seguridad de que la debilidad no es una cuestión de músculo si no de huevos. Que la rebeldía está en defender tus propias ideas, no la de otros. Que en el instante que alguien se considera a sí mismo humilde, ya ha dejado de serlo. Que nunca un perdón cerró una herida. Que el amor propio está de puta madre pero nunca será mejor que el mutuo. Que si la música amansa a la fiera, es porque no estás cantando la canción adecuada. Que el por si acaso es el trampolín donde se coloca la esperanza y el imposible el sofá donde bostezan los deseos. Que esperar que actúe el karma, es como aguardar que toquen los Rolling en la feria de tu pueblo.  Que mañana saldrá el sol de nuevo pero lo mismo no sales tú gilipollas.  Que no sé si tienes que volver o no al lugar donde fuiste feliz, lo que sí que sé, es que no deberías haberte ido.


Y que te quiero, que te quiero mucho, tanto, que ni siquiera se quererme si no me quieres. Aunque esto si lo que se desde el principio. Y si acaso lo olvidaste tú, te lo recuerdo.


martes, 8 de octubre de 2024

POR SI ACASO TE DEBO UN MARTES

 ¿Sabes qué es el amor?

Pensar que si no nos hubiéramos encontrado, todavía estaríamos buscándonos.

lunes, 7 de octubre de 2024

CIUDAD DE MÉXICO

 

Recuerdo tus manos desabrochando botones

con esa rapidez adquirida en un curso de mecanografía,

mi pecho al descubierto y tus dedos

tecleando en el idioma del amor

palabras para retrasar los orgasmos.

Tenías los ojos llenos de posdatas

y a mí que el verano se me clavaba en la clavícula

no me importaba que vieras el rubor de mis complejos

borrando las huellas de otras sendas

que nunca deberíamos haber pisado.

Si alguien me hubiera preguntado que éramos

yo hubiera respondido que felices.

Cualquier otra etiqueta estaba descatalogada.

Recuerdo como te tapabas aquella cicatriz

de cuando la muerte vino a visitarte

y tú le negaste el saludo.

Era demasiado pronto para ser eterna.

"Hasta en las grietas crecen flores" te dije.

Y luego bese aquella mancha rosácea

hasta que volvió la primavera.

Teníamos tantos sueños juntos,

que dormíamos abrazados

para que no se nos escaparan.

Nos podíamos haber tatuado el futuro

en las palmas de la manos,

teníamos esa edad de los imposibles,

de jugar al destino con las cartas marcadas.

No había un obstáculo que no pudiéramos driblar,

una meta que no tuviéramos al alcance,

un deseo que no conllevara un nosotros.

Lo mismo no recuerdas aquel viaje

al centro de nosotros mismos,

era un hotel apartado que tenía tus ojos,

solo se podía llegar a pie pero nosotros volamos,

subieron una estrella al cartel de la entrada

cuando te vieron llegar.

Todo los clientes iban por las vistas,

por el paisaje.

Y yo solo me acuerdo de ti.

De tu escote en la mesa de la cena,

de tu pijama de osos que querían ser tigres,

de lo tigres de tus labios que querían ser besos,

de los besos que dejamos en la humedad de aquel baño,

dónde tú fuiste animal y yo persona.

Te comiste mi vida

como quien nunca estuvo a dieta.

Ni puta idea hasta entonces

de lo que significaba el hambre.

O aquel baile, aquella música de fondo,

yo tropezando con tus pies

y tú colocando tu risa como melodía.

He olvidado la canción que sonaba

pero tú risa, tu risa la tengo clavada

en todas la bandas sonoras

que han pasado por mi vida.

Éramos el todo y la mitad del otro,

éramos el futuro temblando en la boca

de la hija a la que no pusimos nombre.

Implacables.

Invencibles.

Ingobernables.

Increíbles.

Éramos infinito.

Y hoy nos hemos visto por la calle

y ni nos hemos saludado.


lunes, 23 de septiembre de 2024

SKOPIE

 


He pensado, querida, que tal vez vuelva a cruzarme en tu camino y no me reconozcas. Incluso es probable que para ti yo no exista todavía. Que tal vez tu sonrisa es el modo de enfrentarte al mundo y el mundo y yo nunca nos hemos llevado demasiado bien. Él marca un ritmo al que soy incapaz de someterme. Por eso tengo estos rasgos de estar siempre llegando tarde. Te diré que soy el tipo de los ojos pequeños y tristes. Me reconocerás porque no te miraré a ellos por temor a mi reflejo. O porque cuando algo me gusta mucho (y tú me gustas mucho), puedo estar un minuto sin parpadear. Mido metro ochenta, aunque al observarte ambas veces, me he hecho tan pequeño que he llegado a caber en todos los sueños que aún no has tenido. Mi rostro es una mezcla entre el hombre que quise ser cuando era niño y el niño que soy ahora a pesar del hombre. Mi punto débil es la nuca. Si respiras cerca de ella me faltará tu aire el resto del día. Tengo tantos lunares que no hay un solo lugar de mi piel donde no puedas trazar una galaxia. Cicatrices que resumen lo divertido que puede ser caer cuando eres joven y lo difícil que es volar cuando maduras.

Tengo las manos pequeñas, pero no dudes de que con un solo dedo, el que tú elijas, espantaría todos tus miedos y con el resto acariciaría tus deseos hasta cumplirlos. No sé idiomas, pero puedo traducir las cosas verdaderamente importantes. Por ejemplo, sé cuándo un suspiro es de alivio, de nostalgia o de beso. El de beso es mi favorito, aunque imagino que eso ya lo suponías. También puedo traducir los gemidos; el que más me gusta es el de “si paras te mato”, aunque también me encanta el de “quédate dentro”, cuando comienza a bajar la marea y todo es orilla menos tu boca.

Seguramente no sabría quererte para el resto de tu vida, pero sabría amarte para el resto de la mía. No sé querer porque no sé hacer nada que no se haga por inercia.

Pelo negro, delgado, labios gruesos. Suelo caminar rápido, hablar poco, reír menos. Supongo que estos rasgos son herencia de una vida, que ni se detiene, ni escucha, ni me hace ni puta gracia. Arrugas en la frente de no estar de acuerdo con casi nada, estrías en el alma de tanto tiempo conmigo, complejos en el pecho de tanto tiempo sin ti.

Es cierto que todavía podría ser cualquiera. Pero no temas, querida, el no saber reconocerme. Si nos cruzamos y no sientes el corazón en el cielo de la boca, o si tu sonrisa no es más que otro acto rutinario; si no suspiras de beso, o no sientes la necesidad de saber mi nombre, no te preocupes. No temas al error de no saberme, de confundirme, de otro espejismo. Si no te crecen alas, o no te cambia el clima de repente, o no se te viene una canción a la cabeza. No importa, en serio. De hecho, puedes seguir con tu camino y no haré absolutamente nada por retenerte.


Simplemente era yo el que me había equivocado.

lunes, 16 de septiembre de 2024

AMMÁN

 

Yo que tenía tu nombre encerrado bajo llave,

que guardaba en el cajón de los imposibles

el futuro de tus labios,

que había abandonado las trincheras ,

porque no había quien apuntara al corazón.

Yo que había jugado a perder para no ganarte,

que había ganado el olvido

sin el mínimo esfuerzo.

Yo que forzaba el silencio

hasta que el silencio también era ruido,

que tenía un laberinto en la cabeza

con vistas al fracaso.

Yo que era un candado sin claves,

un escudo sin hombre,

un valiente sin alma,

un poeta sin musa.

De repente me dejo llevar

y me quedo desnudo y te invito a mi pecho

y a ti el descompás de mis latidos,

te parece una canción bonita

y en lugar de huir, bailas.

Y ahora tu nombre es un pájaro que picotea

cada segundo del reloj de mi vida.

Y el cajón de los imposibles sueña con braguitas rosas.

Las trincheras forman parte del paisaje

pero no ven llegar las balas,

ni entienden de esta guerra.

Yo que sigo perdiendo por inercia,

que he dejado de olvidar por si te gano,

que el silencio, el tuyo, es un ruido espantoso.

Que el laberinto de mi cabeza no solo te resulta acogedor,

si no que tiendes tu mano

y me enseñas que tiene tantas salidas,

que quedarse dentro es más voluntad que castigo.

Más desamor que complejos.

Yo que era un candado sin claves

y llega tu sonrisa y me abre de par en par.

Y el escudo lo ignoras

y atraviesas al hombre

y me vuelven los miedos

y te escribo un poema,

mientras espero que digas

si has venido a quedarte.

O le echo la llave

otra vez a tu nombre.

lunes, 9 de septiembre de 2024

Nicosia

 

Yo a "X" la conocí bailando. Bueno ella bailaba, yo estaba en la barra de la discoteca bebiendo ron. Era mayo, viernes, el día trece para ser exactos y serían las dos de la madrugada más o menos. Si ni siquiera he sido capaz de olvidarme de esos datos, cómo olvidar el resto. 

Ella llevaba falda negra, más bien corta, de esas que se pegan al culo y no se levantan jamás. Ya puedes suspirar un vendaval por la garganta que la tela no se sube ni un centímetro. Lo sé porque lo hice. Vendavales, huracanes y tornados. Me bastó un par de minutos para saber que "X" era el color rojo. Rojo sangre. Rojo fuego. Rojo amor. Y rojo odio porque el odio también es rojo. Y el deseo y las tentaciones y la lujuria. Hasta los besos son rojos. Los que llevan lengua me refiero. Cuando un beso lleva lengua, no es un beso, es un principio,son como puntos suspensivos, o signos de exclamación. Sin ella, sin la lengua, son como un punto seguido, a veces incluso punto y aparte y en el peor de los casos un punto final.

Cuando en una parte de la noche la perdí de vista, ella apareció detrás mía y me tocó el hombro. Esperaba a Sergio, esperaba a cualquier otro amigo, a un camarero, a un conocido, a un enemigo, esperaba a alguien dispuesto a partirme la boca pero no a ella. Cuando sucede algo inesperado, es mágico. Si alguien no cree en la magia, es que nunca le ha sucedido una "x" de la nada, de la nada hasta su hombro, de su hombro, hasta los ojos, de los ojos hasta las vértebras. Como si un relámpago lo atravesara en mitad de un descampado. Primero lógicamente pensé que se había confundido pero al sonreír supe que iba ser complicado salir vivo de aquel sitio. A veces las personas intuímos ciertas cosas. Es como una punzada en la sien. Nunca me han puesto una pistola en la cabeza. Pero aquella noche la sentí tal cual. Y no le hizo falta apretar el gatillo para matarme, a "x" le bastaba la sonrisa, para que nadie, absolutamente nadie, saliera ileso de ella.

- No es gratis. Me dijo. Su mirada era descarada,segura, como quien juega al scrabble con un diccionario en la mano.

- Perdona pero creo que te has equivocado. Le dije dubitativo.

- No, no me he equivocado, te digo que no es gratis.

Era dulcemente rubia, exageradamente rubia. Como una de esas mujeres que solo habitan en los sueños y en las películas finlandesas. Su rostro era un poema de Bukowski. Bello pero perverso. Aseado pero jodidamente sucio. De cerca hacía de la distancia un puta mentira sobre el deseo. Se duplicaba, se triplicaba, se hacía límite, horizonte, infinito.

- ¿ El qué no es gratis? Pregunté buscando un rumbo.

- El espectáculo. Dijo mientras analizaba detenidamente mi cara. Como hace un buen jugador de poker en una mesa en un casino de las vegas.

-Te juro que no tengo ni idea de qué me hablas. Confesé terriblemente perdido. 

Recuerdo haber pensado en aquel momento, que aquella indecencia andante estaba completamente loca.

-Me has observado bailar, sin levantar la vista, por un momento podría jurar que ni siquiera parpadeabas. Y como te he repetido varias veces, te digo que no es gratis.

A través de su camisa abotonada amanecía. Se adivinaban dos pechos como manzanas de árbol prohibido.Medía cerca del metro setenta pero con aquellos tacones atados al tobillo rozaba el cielo. Sus piernas eran largas como pasillos de hospital, bronceadas como si el verano se hubiera enamorado de ellas y hubiera echado el ancla para que no pasara el tiempo, para que no llegara el frío.


-Entiendo. Dije aún más extraviado que antes. ¿Qué puedo ofrecerte? Pregunté. 

Notaba mis pómulos arder. Como si el infierno estuviera demasiado cerca.

-Sorpréndeme. Dijo.

Y sonrió. Y se paró la música. Creo que sucedió eso. Que la banda sonora de mi vida estaba esperando que yo, el hombre más estúpido del planeta empezará un ritmo. Y el hombre más estúpido del planeta dijo:

-¿Tal vez una copa?

¿En serio? Preguntó decepcionada.

¿Dos? Pregunté de golpe. Como si aquello fuera una subasta en lugar del amor.

-Vaya pensé que eras otro tipo de persona. A veces una juega a adivinar como es la gente. Las analiza y crea una personalidad. Contigo me he equivocado. Dijo girándose de repente y comenzando a caminar en dirección contraria al deseo.

Y quizás empujado por el alcohol, o por su belleza, o porque ella parecía un tren de esos que solo se pueden perder una vez, o porque su espalda era como echar las persianas al sol, como una ciudad sin playa, o como un domingo sin siesta. Pregunté subiendo las apuestas al imposible.

-¿Mi vida?

Ella se giró, rápidamente, me miró a los ojos mientras buscaba en su bolso de mano, se acercó a mí, tanto que temblé, sacó un lápiz de ojos y firmó en mi camisa favorita.

-Acepto. Dijo.

Y me besó. 


Con lengua por supuesto.



lunes, 2 de septiembre de 2024

LONDRES

 Intento observarte desde la frialdad del diálogo. Procuro escucharte mientras tus labios se mueven, ignorar que la humedad de tu lengua apagaría la sed de mi boca. A veces fijo la mirada lejos de tu rostro, en un punto perdido, temo que mis ojos te cuenten lo que mi voz no sabría. Luego casi al azar, hallo tu cintura en mitad de la nada y apuesto media vida al rojo de tus pómulos, al impar de los lunares de tu cuello.

Alguien me dijo que la suerte hay que buscarla, pero olvidó mencionar qué hacer cuando la encuentras.

Tus palabras siguen danzando por toda la habitación, tropiezan con mi silencio, resbalan con esta torpe manera que tengo de escuchar lo que no oigo. El destino es un crupier al que le tiembla el pulso, e intento adivinar la próxima carta. Supongo que es de corazones, pero desconozco si mayor o menor, a la cantidad de suspiros que guardo por si me rozas antes de marcharte. Invierto toda mi fortuna en asentir con la cabeza, coloco una mueca para que en mi sonrisa no intuyas la derrota del siguiente hasta luego y dejo de ir de farol sólo cuando caminas dándole la espalda a mi futuro. Luego me siento a esperar la siguiente partida, sabiendo que no hay trucos en tu forma de moverte, ni ocultas ases en la manga para volver a hacer desaparecer toda mi tristeza.

Que la magia es que existas. Que la maga eres tú.


lunes, 26 de agosto de 2024

QUITO

 



¿ Qué piensas cuando me ves?

¿ Qué ves cuando me piensas?

Apenas puedo desde aquí,

descifrar el claro de tu mirada.

¿Acaso te sonrojas?

¿ O solo me rehuyes?

¿Hay algo en ti a lo que pueda agarrarme?

¿ O simplemente debo dejarme caer?

¿ Crees que pretendo salir ileso?

¿ En serio no te has dado cuenta

que si me sonríes me crecen alas?

¿Has volado alguna vez más allá de las nubes?

Sin moverte del sitio me refiero.

Yo he llegado tan alto

que para aterrizar tuve que decir tu nombre

y que nadie contestara.

¿ Alguna vez tú has dicho mi nombre estando sola?

¿ Y si lo has hecho, la soledad se ha ido?

¿ O has tenido la sensación de estar sola dos veces?

¿Te han abrazado tan suave que el corazón te ha latido en la garganta?

¿ Alguna vez te has preguntado qué pienso yo de ti?

¿ Crees que te asustaría la respuesta?

¿ A qué te huelen las axilas después de ducharte?

¿ Usas perfume para irte a la cama?

¿ Alguna vez te han colocado en una balanza

y has pesado tú tanto

que ni siquiera se han acordado de cuál era la duda?

¿ Qué canción fue la última qué bailaste?

¿Hay algún lugar de mis manos dónde no tengas cosquillas?

¿ Se te eriza el vello de los brazos con el amor?

¿Te cruje la columna con el sexo?

¿ Te desnudas tú o prefieres que nos tiemblen las manos?

¿ Qué edad tiene la niña que llevas dentro?

¿ Qué siente cuando ve un columpio?

¿ Y un tobogán?

¿ Aún cree en el amor a primera vista?

¿ Me creerías si te dijera que yo cada vez que te veo

es como si no te hubiera visto antes?

¿ Crees en el destino o también te sirve como excusa?

¿ La belleza es una cuestión de azar o de actitud?

¿ Gimes muy alto como un mar contra las rocas

o eres de esas orillas que susurran idiomas inventados?

¿ Dices te quiero?

¿ Pides perdón?

¿ Te da miedo la muerte?

¿ Para ti un portazo también significa hasta luego?

¿Alguna vez te han dicho puta mientras follabas

y solo te ha faltado pedir un sueldo

de lo bien que te asemejaste a la palabra?

¿ Hay algo que duela más que el olvido?

¿ Me olvidas?


¿ Si tuvieras que poner migas de pan

para llegar a tu casa harías como yo

que me perdería a conciencia para llegar a la tuya?

¿ Te dan miedo los monstruos?

¿ Qué dice el espejo cuando te ves?

¿ Sabes que ese jodido trozo de cristal

nunca usaría mejores adjetivos que mis ojos?

¿ Si mañana acabara el fin del mundo

te gustaría tener un principio conmigo?

¿ Te gustan las pizzas sin piña?

¿ El amor sin condón?

¿ Los besos con lengua?

¿ Quedarte preñada fue la locura más grande

que hiciste por amor?

¿ O eres como yo que piensas que el amor

ya en sí, es una locura?

¿ Alguna vez te has quedado anclada en el perfil

de alguien esperando a que te diga hola?

Te aseguro que nunca sucede,

al menos en el tuyo.

¿ Has llorado tanto de risa que hasta te ha dado pena?

¿ Ha sido tan enorme tu tristeza que te has reído

solamente para hallar el equilibrio?

¿Crees que el equilibrio depende de otra mano

o basta con juntar las palmas?

¿ Cuál es tu color preferido?

¿ Está tu habitación pintada así?

¿Tienes la absoluta certeza que cuando estás de espalda

te estoy mirando el culo?

¿ O crees que el romanticismo empieza en la nuca?

¿ Alguna vez has deshojado una margarita?

¿ Y si te ha dicho que no, eres tan cruel

que has empezado de nuevo?

¿ Le pides deseos a las estrellas fugaces?

¿ Y si lo haces te basta con un nombre como a mí?

¿ Te gustan los lunes?

¿ Las pelis de tiros?

¿ Las verdades de los borrachos?

¿ Las promesas de los imbéciles?

¿ Qué canción cantas en la ducha?

¿ Si fuéramos al cine veríamos la película

o haríamos una un poco más porno en las últimas butacas?

¿ Me esperarías si te dijera que me esperes?

¿ Te quedarías si te dijera que no hace falta la espera

que ya estoy?

¿ Estarías si voy?

¿ Vendrías si me quedo?

¿ Nos quedaríamos?

¿ O tendríamos que volver a irnos

para esperarnos de nuevo

y quedarnos s

iempre?

¿ Y lo más importante leerás este poema?

O tendré otra vez que inventarme todas las respuestas.


lunes, 19 de agosto de 2024

AMSTERDAM


Si me diera un motivo, si dejara una huella, si colocara un hola entre su boca y la mía. No hablo de migas de pan, ya me se el camino. Me refiero a una especie de colchón que si salto al vacío no me rompa la boca, no me quede en los huesos, ni me enferme el orgullo. Me refiero a que lance el dado y sumemos a la vez. Que aquí nadie de tratar de ganar si no de llegar juntos. Que al final el destino será lo de menos si nos sobra el idioma. Si me diera una mirada, me regalara una sonrisa,me escribiera un mensaje. No hablo de una declaración de intenciones. Me basta un acorde para seguir el ritmo. No se puede bailar una canción que no existe. Si supiera sentirse aludida y llevara mi voz al más oscuro silencio, yo besaría la derrota, lamería mis heridas, cambiaría mis aceras. No hablo de la rotundidad de un portazo, me sobraría con el desprecio del final de su risa. Si supiera lo que intuyes, o intuyera lo que sabes, movería mis dudas al aire del suspiro que le sobra a mi pecho. O rompería los poemas que no he escrito todavía. O dejaría de pensarte esperando en la puerta. Si me diera un motivo, si dejara una huella, si colocara un hola entre su boca y la mía. Tiraría del hilo que se agarra a su ausencia, o cortaría de raíz este injusto deseo. Lo que duele es la duda, lo que mata es el hambre, lo que llora es el alma. Y este absurdo pensar, de que al final pueda ser, que queramos lo mismo.

lunes, 12 de agosto de 2024

CANBERRA

 Sé que en algún momento tú vendrás y me pedirás perdón. Y me importará ya todo tan poco que te lo concederé sin rechistar. Y eso te enfurecerá más que cualquier insulto. Que cualquier negativa a tus disculpas. Porque cuando alguien nos hace daño, lo que realmente le fastidia es que el daño desaparezca. Que haya perdido la capacidad de volver a la herida, ya sea para volver a abrirla o para cerrarla definitivamente. Lo intolerable es que haya sido el tiempo el encargado de sanarnos. Lo humillante es que haya sido otro el que nos haya curado hasta el olvido. Lo doloroso para el que nos hizo daño es la ausencia de dolor. Y ese a la vez es el suyo. Y es para siempre.


lunes, 5 de agosto de 2024

FREETOWN

 Eres lo mejor que no me ha pasado todavía. Eso pienso cuando te veo caminar en el abismo que hay entre el próximo bordillo y mi mirada. Podría decir que te había buscado sin saberlo pero lo cierto es que te he encontrado sin buscarte. Que una tarde cualquiera pasaste por mis ojos como si desfilaras en París. Que se me quedó la canción que hacían tus tacones al alejarse y todavía la tarareo cada vez que te recuerdo. Que tu culo es un columpio de mi infancia y cada vez que se mueve soy feliz. Que tu nuca desnuda es el folio en blanco donde debería empezar a contar mi vida. Que tu boca una playa en mitad de una calle que solo ha olido el mar cuando sonríes.

Podría decir que te he perdido sin tenerte pero lo cierto es que te he tenido sin ganarte. Que sin permiso has invadido la habitación más al fondo de este corazón desubicado y has colocado las piernas encima de mi pecho, como quien busca la comodidad para ver como se humedecen los recuerdos. Que has cabido en un bolsillo, tú que aún no entras en mi vida.

Podría decir que te había soñado antes de verte pero lo cierto es que solo verte ha sido un sueño. Que tienes en el rostro los lunares que trazan un futuro, en las manos la ausencia de mi espalda, en los labios la cura contra el hambre. Que el aire que te mueve ahora el cabello no es levante ni poniente, se llama suspiro y viene del otro lado de la calle, al ver cómo te alejas.

Eres lo mejor que no me ha pasado todavía. Y no sabes cuánto duele un todavía. Ni conoces cuanta añoranza te llevas tras tus pasos. Y hasta ignoras cuantos pasos nos separan. Todavía.


lunes, 29 de julio de 2024

MONROVIA

 En el almuerzo mi padre apagó la tele. Siempre comíamos con el telediario de fondo. Yo lo odiaba. Cada noticia siempre era peor que la siguiente. Era como si te mostraran el infierno educadamente. El señor que lo emitía era como un guía turístico que te llevaba de las amputaciones de Irak, a los bombardeos de Sarajevo como quien cambia de caballito en un tiovivo. Del coche bomba de Bilbao a la África más pobre, donde las moscas merendaban niños como quien enumera en voz alta la lista de una compra. Nunca entendí que al ver tales esquinas de odio, semejantes suburbios, desastres tan inmensos, mi madre por ejemplo nunca soltara una sola lágrima y sin embargo ante una película cualquiera de esas de por la tarde, o aquellas telenovelas que no acababan nunca, acabara siempre por agotar todo el papel que había en la casa. Con el tiempo supe que era igual en todas las casas. Que eran iguales todas las madres. Y aunque ello no hizo que lo entendiera, si me acostumbré a que la vida pasara delante de mis ojos sin emocionarme. Como pasa un autobús sin una mujer guapa en la ventanilla.

- Ese chico... Dijo mi padre buscando el nombre.

- Daniel. Dije yo.

- Si eso es Daniel. Dijo. -¿Sabes por qué se ha muerto? Me preguntó.

- Claro. Estaba malo.

- ¿No te ha explicado mamá que ha muerto porque es tan importante que dios lo necesita a su lado?

- ¿Y si es tan importante porque no lo ha dejado al mío que estoy solo y él puede elegir a cualquiera? Pregunté yo.

Mi padre se quedó en silencio un momento.

-Porque lo quería a él precisamente y dios tiene más poder a la hora de elegir que tú. Dijo titubeando.

- ¿Para qué quiere Dios tanto niños negros a su lado papá? Volví a preguntar mientras mi padre jugaba con el tenedor y un trozo de carne.

- Las nubes son blancas. Se necesitan más niños negros que blancos para contrastar los colores.

Hubo una pausa larga. Mi padre me miró y acabo soltando media sonrisa.

- Supongo que es una respuesta absurda hasta para ti. Además cuando te tocas la nariz así como ahora es porque no estás de acuerdo con algo. Desde bebé lo hacías. No era necesario ni que hablaras. A ver- continuó mientras lo escuchaba atentamente- ¿Te acuerdas hará unos años cuando en tu afán por ver a los reyes magos me sorprendiste a mí colocando los regalos?

Yo asentí con la cabeza.

- Pues con dios es lo mismo. Dijo.

- ¿También eres tú? Pregunté con dudas.

Mi padre soltó una carcajada. No recuerdo muchas risas tan estruendosas por su parte. A veces ni siquiera lo recuerdo sonreír.

- Soy capaz de hacer algún milagro pero no, no soy yo. Dijo aún con la risa en la comisura de los labios. -Quiero decir que mientras creas en él, dios existirá pero si un día decides no hacerlo dejará su existencia para convertirse en un simple espejismo.

- No entiendo- Dije. Inconscientemente mi mano estaba en mi nariz.

- Pequeño idiota, tu amigo es el almuerzo de los gusanos. Olvídate del reino de los cielos, de dios y de los niños negros. Dijo mi hermana Sara que había estado detrás durante toda la conversación.

- No seas cruel con las palabras señorita. Le dijo mi padre.

- Si dios existiera, a mí me querría el chico adecuado y no el tonto de Martín o el feísimo de Alberto. ¿Dónde está dios cuando le pido que Miguel me mire, que Miguel me hable, que se pare el ascensor con los dos dentro?

- Quizás dios no coloca a ese Miguel en tu camino porque te haría sufrir. 

- También puede ocurrir- Prosiguió mi padre- Que yo te vea con el chico inadecuado y sufras las consecuencias. Tal vez no pueda ser dios pero te aseguro que el diablo no me pilla tan lejos.

Sara se le acercó, suavemente, era bonita, andaba como flotando, solo tenía dieciséis años pero con un poco de maquillaje podía decir veinte sin ruborizarse y sin que un atisbo de duda se interpusiera en el diálogo. Se colocó detrás de mi padre y le puso los labios en la mejilla. Eso era todo. Con ese gesto Sara ya tenía lo que quisiera. Dinero, una hora más tarde, una excursión y hasta aquella moto aparcada en la puerta a la cual no podía acercarme en su presencia porque según ella le quitaba brillo.

- No me verás. Dijo Sara. Y mi padre no dijo nada al respecto.

Hay solo un beso de distancia entre el todo y la nada.

- Mira mocoso- Dijo mi hermana refiriéndose a mí. Un botón cualquiera de este mando es dios, por ejemplo este que da volumen a la tele- Dijo pulsando el más del mando con insistencia. Si tú estás triste lo pulsas, si estás en peligro lo pulsas, si necesitas que ocurra algo maravilloso lo pulsas. No va a suceder nada pero si crees en ello, te quedarás más tranquilo y hasta pensarás que es posible-

Eso es dios. Dijo. Y se retiró de la cocina flotando como era costumbre mientras mi padre la aplaudía con una cara de asombro que yo no entendí.

Luego entre mi padre y yo hubo una guillotina de silencio. Yo me tocaba la nariz y el masticaba los últimos trozos de carne.

- Creo que ha sido mala idea no poner la tele hoy- Dijo mientras la encendía y en ella aparecía un suicidio masivo en Japón.

El comenzó a apretar el botón del volumen y yo no supe si quería enterarse de la noticia o simplemente le estaba pidiendo ayuda a dios para salvar a alguno.

lunes, 22 de julio de 2024

ATENAS


¿ Te acuerdas cuando yo estaba duro

y tú estabas buena?

Ahora a ti parece que te ha pasado

un autobús por encima

y a mí un tren.

Y sólo han sido años.

Un montón de soplidos sobre tartas

que en lugar de cumplir los deseos,

los hacían volar lejos de nuestras manos.

Y no, no nos enterró aquella vecina morena

que decía hola con el escote,

ni nos mató el masajista que te enseñó

que el punto g también estaba en la espalda.

Hemos sobrevivido a insultos y a celos,

a la droga de la rutina,

a las tardes de siesta,

a películas con el mismo final,

el mismo asesino,

la misma lágrima.

No ha podido con nosotros el fin de mes,

ni los recibos apilados sobre la mesa

ni el otra vez lentejas para comer,

ni los anuncios de la tele

donde cualquiera era más feliz

de lo que debía.

¿Te acuerdas cuando tú decías follame

y yo te hacía el amor?

Ahora nos cuesta acercarnos para darnos un beso

como si nos bastará mirarnos para sabernos.

Y no sucumbimos a los secretos,

ni la nostalgia nos robó la paciencia.

Tampoco el reloj decidió en nuestra prisa.

Cuando teníamos el presente entre las manos

el futuro nos cabía en el siguiente abrazo.

Salimos ilesos de nuestras propias guerras,

a veces fuimos rehenes

y otras el enemigo.

Éramos los mismos que firmábamos la paz

y que planeaban el siguiente ataque.

Alguna vez perdimos lo reconozco.

Pero nunca, nunca, nunca,

nos dimos por vencido.

¿Te acuerdas cuando al principio

no sabíamos que hacer con las promesas?

Y fuimos tan felices que nadie,

absolutamente nadie, apostaba por lo nuestro.

De hecho creo que ni siquiera nosotros.

Y sin embargo ya ves aquí estamos,

cumpliéndonos el para siempre.